Yo soy de San Cebrián y echo de menos a los turistas preguntando a la gente por las calles dónde podían encontrar a la señora que enseñaba la iglesia. A fuerza de práctica, el que más y el que menos, ya teníamos bastante pulida la explicación correspondiente para hacer que el turista diera con su casa a la primera. Aquello daba bastante color al pueblo y entretenía a los ociosos, a la vez que permitía a los turistas disfrutar del paisanaje.