Mi abuelo nació en Pozuelo de la Orden, a fines del Siglo XIX. Joven, se fue a Salamanca, donde se casó dos veces y nació mi madre. Cuando enviudó por segunda vez viajó a Buenos Aires, en 1919. Mi bisabuela y mi tía abuela Amparo (madre y hermana, respectivamente de mi abuelo Antonio) también se vinieron para aquí, directamente desde Pozuelo. Siempre recordaron a su santa Ana, y vivieron en un barrio porteño cuya parroquia era justamente la de esa santa. Viajé a España, pero no pude ir a Pozuelo. La tercera mujer de mi abuelo, salmantina también como las dos anteriores, lo burlaba diciendo: Tú eres de Pozuelo de la Orden desordenado, donde arrastraron a Cristo por los tejados. Y luego presumía de ser ella salmantina. Todo era un juego, por supuesto. Ah, también muchos de la familia, como mi abuelo por segundo nombre, se llamaban Tomás. Y contaban que a este santo le estaba consagrada la Capital.