VISITANDO LA CASTILLA SILENCIOSA
Los lamentos del pueblo castellano
hoy se pierden sin ver una salida,
es posible que el tiempo no sea humano
y su fuerza se sienta más perdida.
Visitando sus tierras de silencio
entre brisas que llegan dislocadas,
no quisieran ver gestos de algún necio
que sueña con marcar rutas malvadas.
Por los campos que ayer vieron sudores
de sus hombres cargados de arrogancia,
hoy comprenden que fueron sus valores
los que a veces marcaron la distancia.
Esperando las lluvias otoñales
van temiendo la nueva encrucijada,
hablan mucho de causas anormales
sin la lluvia no existe ni otoñada.
Labradores que ayer fueron airosos
su esperanza se cambia de lugares,
hoy sus pasos no pueden ser dichosos
que hasta tiemblan de nuevo los pinares.
En laderas de fuentes con olvido
donde surgen los nuevos manantiales,
el labrador se siente deprimido
al ver secos su muchos matorrales.
Entre brisas de vientos resecados
sin que puedan hacer la sementera,
se ven prados que fueron fulminados
en la dulce y bonita primavera.
La Castilla reseca y polvorienta
sin sentirse por eso condenados,
el rastrojo parece que revienta
sin ver lluvias de tiempos ya pasados.
El otoño que viene caminando
con lamentos del labrador herido,
son las penas que viene a barruntando
ese campo que no se ve vencido.
G X Cantalapiedra.
Los lamentos del pueblo castellano
hoy se pierden sin ver una salida,
es posible que el tiempo no sea humano
y su fuerza se sienta más perdida.
Visitando sus tierras de silencio
entre brisas que llegan dislocadas,
no quisieran ver gestos de algún necio
que sueña con marcar rutas malvadas.
Por los campos que ayer vieron sudores
de sus hombres cargados de arrogancia,
hoy comprenden que fueron sus valores
los que a veces marcaron la distancia.
Esperando las lluvias otoñales
van temiendo la nueva encrucijada,
hablan mucho de causas anormales
sin la lluvia no existe ni otoñada.
Labradores que ayer fueron airosos
su esperanza se cambia de lugares,
hoy sus pasos no pueden ser dichosos
que hasta tiemblan de nuevo los pinares.
En laderas de fuentes con olvido
donde surgen los nuevos manantiales,
el labrador se siente deprimido
al ver secos su muchos matorrales.
Entre brisas de vientos resecados
sin que puedan hacer la sementera,
se ven prados que fueron fulminados
en la dulce y bonita primavera.
La Castilla reseca y polvorienta
sin sentirse por eso condenados,
el rastrojo parece que revienta
sin ver lluvias de tiempos ya pasados.
El otoño que viene caminando
con lamentos del labrador herido,
son las penas que viene a barruntando
ese campo que no se ve vencido.
G X Cantalapiedra.
