LA OTRA HISTORIA DE LA SECA
CUANDO LOS GALGOS NO CORRIAN
Han pasado más de sesenta y un año, Más en mi memoria siempre estuvieron aquellas imágenes de desprecio a los animales, Existía un árbol bastante hermoso a la derecha de la Carretera de La Seca a Pozaldez, cerca de la Cuesta primera, un poco más adelante del famoso Pozo artesiano, Vi en ese árbol varios galgos ejecutados. Pregunte a mis amigos que opinaban, ellos me contestaron. “Son galgos que no corren bien a las liebres, o que no las matan”. Me quede un poco perplejo, ya que les tenían criando hasta que empezaba la campaña de caza, se ve que después cuando salian a buscar liebres, ciertos cazadores se tomaban la osadía de aniquilar a sus galgos, por no dar en sus carreras lo que de ellos esperaban, y según entendí entonces, les ahorcaban en dicho árbol, o quizá peor, mandaban algún cazador que les disparara y los enterraran en dicho lugar. Mi mente que siempre fue respetar a los animales, aunque nunca en mi casa existiera un perro, se me revolvía el estómago cada vez que pasaba a trabajar las viñas por dicho lugar, ya que estaba como a unos cincuenta metros de dicha Carretera. Mis amigos enseguida le pusieron nombre al árbol. Llamándole. “EL ARBOL DEL AHORCADO”. Han pasado muchos años que deje atrás aquel Valle, Más las cosas que me parecían raras o crueles, las he tenido presentes en mis horas de pensamientos sobre la vida y la muerte. Hubo humanos sin ninguna empatía ni humanidad, fueron años de solo valorar lo que daba ganancias, no les importaba su compañía ni su dignidad. Creo que hoy día no quede nadie de aquella época tan dramática para esos animales que eran usados como si fueran asesinos de otros animales. Hay imágenes que llevas metidas en tu memoria que a veces te dan que pensar. Maldigo la violencia contra animales que a veces son pura compañía, y que se les tiene como puro capricho, y les dejan tirados como si fueran colillas de fumadores empedernidos. G X Cantalapiedra. 25 – 12 – 2025.
CUANDO LOS GALGOS NO CORRIAN
Han pasado más de sesenta y un año, Más en mi memoria siempre estuvieron aquellas imágenes de desprecio a los animales, Existía un árbol bastante hermoso a la derecha de la Carretera de La Seca a Pozaldez, cerca de la Cuesta primera, un poco más adelante del famoso Pozo artesiano, Vi en ese árbol varios galgos ejecutados. Pregunte a mis amigos que opinaban, ellos me contestaron. “Son galgos que no corren bien a las liebres, o que no las matan”. Me quede un poco perplejo, ya que les tenían criando hasta que empezaba la campaña de caza, se ve que después cuando salian a buscar liebres, ciertos cazadores se tomaban la osadía de aniquilar a sus galgos, por no dar en sus carreras lo que de ellos esperaban, y según entendí entonces, les ahorcaban en dicho árbol, o quizá peor, mandaban algún cazador que les disparara y los enterraran en dicho lugar. Mi mente que siempre fue respetar a los animales, aunque nunca en mi casa existiera un perro, se me revolvía el estómago cada vez que pasaba a trabajar las viñas por dicho lugar, ya que estaba como a unos cincuenta metros de dicha Carretera. Mis amigos enseguida le pusieron nombre al árbol. Llamándole. “EL ARBOL DEL AHORCADO”. Han pasado muchos años que deje atrás aquel Valle, Más las cosas que me parecían raras o crueles, las he tenido presentes en mis horas de pensamientos sobre la vida y la muerte. Hubo humanos sin ninguna empatía ni humanidad, fueron años de solo valorar lo que daba ganancias, no les importaba su compañía ni su dignidad. Creo que hoy día no quede nadie de aquella época tan dramática para esos animales que eran usados como si fueran asesinos de otros animales. Hay imágenes que llevas metidas en tu memoria que a veces te dan que pensar. Maldigo la violencia contra animales que a veces son pura compañía, y que se les tiene como puro capricho, y les dejan tirados como si fueran colillas de fumadores empedernidos. G X Cantalapiedra. 25 – 12 – 2025.