AQUEL ANCIANO ME CONTABA
En la tarde cargada de silencio, esperando la noche que llegaba, el anciano me hablaba de un gran tiempo, con sus vientos cargados de esperanza, Él decía con labios temblorosos, “Que no daría yo por aquel tiempo, entre ruidos y sonidos de campanas, cuando mi madre pisaba cierto templo y eran frescas y buenas las mañanas”. Vi sus ojos brillando de nostalgia, sus palabras que a veces me calaban, comprendiendo que todos sufrimientos en su tierra por siempre los soñaba. “Que no daría yo por ser el joven de aquel tiempo que una moza de lejos le miraba, que no daría yo por borrar años y escuchar los sonidos de una flauta”. Sus palabras buscando la armonía de una tierra por el siempre soñada, donde tuvo momentos de alegría siendo tiempos de vida trabajada”. Entre frases cargadas de razones, envolviendo su vida hoy relajada, en su mente buscando conclusiones de otros tiempos que solo son distancia”. “Que no daría yo en estos días jubilados, por sentir en las fiestas las campanas, fueron sueños que no son marginados ni ilusiones que pueden ser hoy vanas”. En la tarde noté sus conclusiones, el conserje de cerca nos miraba, eran sueños cargados de razones que aquel Centro de Mayores escuchaba. “Que no daría yo por ser el mismo, con la edad de aquel tiempo de esperanza, olvidando por siempre cierto abismo entendiendo el querer hacer balanza”. Eran frases que calan la memoria, quien no tuvo juventud con esperanza, siendo humano recuerdas la memoria entre gritos que cantamos cierta danza. “Esperando que suenen las campanas en las grises y temidas madrugadas, los humanos dejamos rutas sanas por vivir en ciudades encantadas”. No se puede borrar tanto misterio, ni se debe esperar a la esperanza, mucho menos mirar al cementerio imponiendo lograr cierta templanza. G X Cantalapiedra. 24 – 10 – 2025. HISTORIAS DE LOS CENTROS DE MAYORES DE JUBILADOS.
En la tarde cargada de silencio, esperando la noche que llegaba, el anciano me hablaba de un gran tiempo, con sus vientos cargados de esperanza, Él decía con labios temblorosos, “Que no daría yo por aquel tiempo, entre ruidos y sonidos de campanas, cuando mi madre pisaba cierto templo y eran frescas y buenas las mañanas”. Vi sus ojos brillando de nostalgia, sus palabras que a veces me calaban, comprendiendo que todos sufrimientos en su tierra por siempre los soñaba. “Que no daría yo por ser el joven de aquel tiempo que una moza de lejos le miraba, que no daría yo por borrar años y escuchar los sonidos de una flauta”. Sus palabras buscando la armonía de una tierra por el siempre soñada, donde tuvo momentos de alegría siendo tiempos de vida trabajada”. Entre frases cargadas de razones, envolviendo su vida hoy relajada, en su mente buscando conclusiones de otros tiempos que solo son distancia”. “Que no daría yo en estos días jubilados, por sentir en las fiestas las campanas, fueron sueños que no son marginados ni ilusiones que pueden ser hoy vanas”. En la tarde noté sus conclusiones, el conserje de cerca nos miraba, eran sueños cargados de razones que aquel Centro de Mayores escuchaba. “Que no daría yo por ser el mismo, con la edad de aquel tiempo de esperanza, olvidando por siempre cierto abismo entendiendo el querer hacer balanza”. Eran frases que calan la memoria, quien no tuvo juventud con esperanza, siendo humano recuerdas la memoria entre gritos que cantamos cierta danza. “Esperando que suenen las campanas en las grises y temidas madrugadas, los humanos dejamos rutas sanas por vivir en ciudades encantadas”. No se puede borrar tanto misterio, ni se debe esperar a la esperanza, mucho menos mirar al cementerio imponiendo lograr cierta templanza. G X Cantalapiedra. 24 – 10 – 2025. HISTORIAS DE LOS CENTROS DE MAYORES DE JUBILADOS.
Magnífica.