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LA SECA: CUANDO LAS LUCES DE LA ALBORADA...

CUANDO LAS LUCES DE LA ALBORADA
Eran tiempos de estraperlo, cuando los humanos algunos se la jugaban, Cuando el hambre hizo destrozos en mentes iluminadas, hubo personas dispuestas a jugarse su jornada, antes de que el Sol saliera, cuando la Luna brillaba con su bicicleta inquieta los caminos el andaba, Hizo milagros a pares, en las noches más templadas, y quizá se fuera andando sobre la tierra calada, Llegaba a Valladolid con las estrellas lejanas, para lograr aquella lid, de vender comida sana. Comprando en el estraperlo por caminos siempre andaba, los guardias que vigilaban le perdían sus andadas, entre pinares de arena, y pisando las Cañadas, llegó con su mercancía entre viñas ya podadas. Cuantos viajes de noche, siguiendo ruta enmendada, dejó plantado a los guardias que tranquilos esperaban, San Roque tuvo de faro, pero sin pasar pasaba, en su casa vendió aceite y otras cosas deseadas. Fueron días de trabajo, el hambre siempre atacaba, el que se notó debajo el hambre le machacaba, Fueron años de penumbra de estraperlo sin desgana, a veces vieron hambruna en la preciosa mañana. Cuantos viajes sin meta, cuantas fanegas segadas, la harina que estaba inquieta el estraperlo buscaba. El hambre no se detiene, no puedes pedirle calma, el a veces se entretiene cuando ves llorando el alma. Los recuerdos siguen vivos en personas ya cansadas, conociendo los motivos de las fiestas angustiadas. Estraperlo sin tapujos, de noche y en madrugadas, nadie hablaba de los lujos ni de casas encantadas. Se termino el estraperlo y el hombre a Bilbao marchaba, su nombre parece eterno, aunque de la Biblia hablara. Los caminos son testigos de sus duras madrugadas, que parecieron castigos entre las brisas heladas. Hay silencios que se marchan soñando con la alborada, y muchas mentes se enganchan con luces de madrugada. G X Cantalapiedra. 22 – 10 – 2025.