CUANDO LOS AZUFRADORES ERAN ANDALUCES
Eran los años de 1950, el oídio y el mildiu con la yesca, estaban amenazando a la Cuna del Vino Verdejo, los viñedos llamados allí majuelos veían como sus hojas se quedaban arrugadas o amarillas, el oídio era la causa de esa gran desgracia, las viñas desde los caminos se veían con sus hojas arrugadas, y sus racimos secos sin tener ni una gota de mosto, Fue cuando las cuadrillas de azufradores venidos de Andalucía, se dejaron notar trabajando esos campos de majuelos jóvenes y viejos, Eran hombres que andaban con mucho cuidado, ya que el azufre hace daño a la vista, y los días que revoca el viento, no les deja ni ver por donde andan, Estos hombres estuvieron varios años en verano haciendo esos trabajos que resultaron bien, aunque en aquellos años ya los viticultores lasecanos se dedicaron a combatir esas tres grandes enfermedades, el azufre para el oídio, el sulfato para el mildiu, y el abrir la cepa de arriba abajo por el medio para combatir la yesca. Fueron años duros, solo la Bodega Cooperativa, que fundo Don Fermín Bedoya, el año 1935. te daba la solución de su material y sus componentes químicos para tratar de eliminar dichas enfermedades. Recuerdo en mi juventud llevar la sulfatadora a la espalda como si fuera un mochila, cargada de sulfato con agua, era un trabajo duro, pero resultaba agradable al saber que frenabas esas enfermedades vinícolas. Los hombres que vinieron de Andalucía, según mis informaciones se marcharon a trabajar a Vascongadas, lugar mayoritario de la emigración lasecana. Hubo un hijo de un azufrador llamado José, que estuvo en la escuela en mi clase, hasta que el padre regreso para llevarlos a tierras vascas. Cuando echamos la vista atrás reconocemos los hombres que lucharon para mantener esas viñas desde el siglo XII, en lo que fue La Perdiz, o digamos las Bodegas de Valdiruelo, esta fue nuestra historia, para no olvidar, y tener en cuenta que nada es fácil, y más cuando La Madre Naturaleza nos da su castigo.
G X Cantalapiedra. 20 – 9 – 2025.
Eran los años de 1950, el oídio y el mildiu con la yesca, estaban amenazando a la Cuna del Vino Verdejo, los viñedos llamados allí majuelos veían como sus hojas se quedaban arrugadas o amarillas, el oídio era la causa de esa gran desgracia, las viñas desde los caminos se veían con sus hojas arrugadas, y sus racimos secos sin tener ni una gota de mosto, Fue cuando las cuadrillas de azufradores venidos de Andalucía, se dejaron notar trabajando esos campos de majuelos jóvenes y viejos, Eran hombres que andaban con mucho cuidado, ya que el azufre hace daño a la vista, y los días que revoca el viento, no les deja ni ver por donde andan, Estos hombres estuvieron varios años en verano haciendo esos trabajos que resultaron bien, aunque en aquellos años ya los viticultores lasecanos se dedicaron a combatir esas tres grandes enfermedades, el azufre para el oídio, el sulfato para el mildiu, y el abrir la cepa de arriba abajo por el medio para combatir la yesca. Fueron años duros, solo la Bodega Cooperativa, que fundo Don Fermín Bedoya, el año 1935. te daba la solución de su material y sus componentes químicos para tratar de eliminar dichas enfermedades. Recuerdo en mi juventud llevar la sulfatadora a la espalda como si fuera un mochila, cargada de sulfato con agua, era un trabajo duro, pero resultaba agradable al saber que frenabas esas enfermedades vinícolas. Los hombres que vinieron de Andalucía, según mis informaciones se marcharon a trabajar a Vascongadas, lugar mayoritario de la emigración lasecana. Hubo un hijo de un azufrador llamado José, que estuvo en la escuela en mi clase, hasta que el padre regreso para llevarlos a tierras vascas. Cuando echamos la vista atrás reconocemos los hombres que lucharon para mantener esas viñas desde el siglo XII, en lo que fue La Perdiz, o digamos las Bodegas de Valdiruelo, esta fue nuestra historia, para no olvidar, y tener en cuenta que nada es fácil, y más cuando La Madre Naturaleza nos da su castigo.
G X Cantalapiedra. 20 – 9 – 2025.
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