AQUEL HOMBRE FUE MUY MALO
Hay veces que la Madre Naturaleza deja crecer malas hierbas, y otras veces más complejas son actos que el pueblo tiembla, Aquel hombre castellano con muchas malas ideas, le pusieron en sus manos armas que siempre detestas. Fueron tremendas maldades, sus pasos pensarlo tiemblas, su padre supo verdades que las llamaron tinieblas. La Madre Naturaleza le fue marcando sin vendas, la gente le llegó odiando y más al perder las riendas. Sus ojos medio saltones, el bocio su cuello encierra, nadie pregunto razones ni tragándole la tierra. Su soledad fue terrible, nadie le mira con pena, su pasado inasumible le marcaba su condena. Era un destino imposible, la luz que el sol nos refleja, ni una amistad asumible incluso el viento se queja, Caminando entre miradas donde el enemigo llega, su vista está obsesionada que su castigo despliega. Las noches siempre encerrado a su casa de trinchera, él se siente encadenado, aunque no ve la barrera. En su entierro solitario la soledad es austera, nadie quiere acompañarle al pasar cierta frontera. El Cementerio escuchando palabras que no se enredan, los cipreses van gritando, “echar a esta fiera fuera”. El silencio le acompaña como borrando quimera, nadie se quedó llorando cuando el infierno le espera. La soledad más ingrata al ver que la muerte llega, ella no sabe de errata ni pretende ser ceguera. Todo se paga en la vida, la maldad no tiene puente, quien usa bala perdida para matar a su gente. La justicia no pretende estar burlando a las mentes, puede que alguno se vende entre malos alicientes. La conciencia va juzgando al pecador de la muerte, nada se deja olvidado todo se tiene presente. Hay conciencias que se pliegan de gentes de malas mentes, más el futuro despliega para anular sus ambientes. La Madre Naturaleza tiene memoria infinita, y su grande fortaleza parece que a veces grita. G X Cantalapiedra.
Hay veces que la Madre Naturaleza deja crecer malas hierbas, y otras veces más complejas son actos que el pueblo tiembla, Aquel hombre castellano con muchas malas ideas, le pusieron en sus manos armas que siempre detestas. Fueron tremendas maldades, sus pasos pensarlo tiemblas, su padre supo verdades que las llamaron tinieblas. La Madre Naturaleza le fue marcando sin vendas, la gente le llegó odiando y más al perder las riendas. Sus ojos medio saltones, el bocio su cuello encierra, nadie pregunto razones ni tragándole la tierra. Su soledad fue terrible, nadie le mira con pena, su pasado inasumible le marcaba su condena. Era un destino imposible, la luz que el sol nos refleja, ni una amistad asumible incluso el viento se queja, Caminando entre miradas donde el enemigo llega, su vista está obsesionada que su castigo despliega. Las noches siempre encerrado a su casa de trinchera, él se siente encadenado, aunque no ve la barrera. En su entierro solitario la soledad es austera, nadie quiere acompañarle al pasar cierta frontera. El Cementerio escuchando palabras que no se enredan, los cipreses van gritando, “echar a esta fiera fuera”. El silencio le acompaña como borrando quimera, nadie se quedó llorando cuando el infierno le espera. La soledad más ingrata al ver que la muerte llega, ella no sabe de errata ni pretende ser ceguera. Todo se paga en la vida, la maldad no tiene puente, quien usa bala perdida para matar a su gente. La justicia no pretende estar burlando a las mentes, puede que alguno se vende entre malos alicientes. La conciencia va juzgando al pecador de la muerte, nada se deja olvidado todo se tiene presente. Hay conciencias que se pliegan de gentes de malas mentes, más el futuro despliega para anular sus ambientes. La Madre Naturaleza tiene memoria infinita, y su grande fortaleza parece que a veces grita. G X Cantalapiedra.