ERAN LAS SEIS DE LA MAÑANA
Aquel frío día del mes de diciembre, de hace ahora 100, años, aproximadamente, con su burro zamorano caminaba a las seis de la madrugada para ir a escabar viñedos verdejos, por el termino de Las Planas, Aquel hombre castellano, con su traje de pana remendado, y su manta de abrigo para tratar de esquivar esas nieblas heladoras de la Castilla Sedienta, más al llegar frente al Cementerio de La Seca, un fraile que venia de La Peña a pedir limosna para sobrevivir en aquel Caserío y su ermita, junto al Río Duero, el burro pego un espanto que apunto estuvo de derribar a dicho hombre, Este humano con el cuerpo medio helado y sus manos medio encogidas, pudo evitar aquella caída que hubiera sido fatal, eso sí, soltó una blasfemia mal sonante, a la que el fraile le enmendó diciéndole. “Más adelante te lo dirán animal”. Y el hombre desde su burro le contesto, “Mas adelante me tocan los “rincones”. El fraile se quedo sorprendido, ya que sus palabras solo fueron de evitar esos modales de hombre poco refinado, Parece ser que este fraile venía cada poco tiempo a visitar La Seca, donde parece ser que los agricultores mas fuertes le daban garbanzos o algo de vino, y el hombre andaba todo ese camino de noche, para llegar hasta el Cementerio y rezar en su puerta, se ve que su fe era tan grande que resistía la caminata, y luego volvía para regresar a su Ermita, El hombre campesino madrugaba, para llegar en dos horas con su burro hasta dichas viñas. Y su regreso por la tarde noche era de casi dos horas, ya que existía una distancia de unos nueve kilómetros. El trabajo era duro, sus manos estaban llenas de durezas o callos, más en esa Villa aquellos años era lo normal, ya que las casas de los obreros vivian de salarios bajos, y no podían negarse a esos trabajos que hoy día parece que no existen. Este hombre no era familia mía, más se apellidaba como yo, Cantalapiedra. Y yo no le conocí, aunque se que tenía siempre burros muy fuertes. Mas esta historia me la contó mas de una persona. G X Cantalapiedra.
Aquel frío día del mes de diciembre, de hace ahora 100, años, aproximadamente, con su burro zamorano caminaba a las seis de la madrugada para ir a escabar viñedos verdejos, por el termino de Las Planas, Aquel hombre castellano, con su traje de pana remendado, y su manta de abrigo para tratar de esquivar esas nieblas heladoras de la Castilla Sedienta, más al llegar frente al Cementerio de La Seca, un fraile que venia de La Peña a pedir limosna para sobrevivir en aquel Caserío y su ermita, junto al Río Duero, el burro pego un espanto que apunto estuvo de derribar a dicho hombre, Este humano con el cuerpo medio helado y sus manos medio encogidas, pudo evitar aquella caída que hubiera sido fatal, eso sí, soltó una blasfemia mal sonante, a la que el fraile le enmendó diciéndole. “Más adelante te lo dirán animal”. Y el hombre desde su burro le contesto, “Mas adelante me tocan los “rincones”. El fraile se quedo sorprendido, ya que sus palabras solo fueron de evitar esos modales de hombre poco refinado, Parece ser que este fraile venía cada poco tiempo a visitar La Seca, donde parece ser que los agricultores mas fuertes le daban garbanzos o algo de vino, y el hombre andaba todo ese camino de noche, para llegar hasta el Cementerio y rezar en su puerta, se ve que su fe era tan grande que resistía la caminata, y luego volvía para regresar a su Ermita, El hombre campesino madrugaba, para llegar en dos horas con su burro hasta dichas viñas. Y su regreso por la tarde noche era de casi dos horas, ya que existía una distancia de unos nueve kilómetros. El trabajo era duro, sus manos estaban llenas de durezas o callos, más en esa Villa aquellos años era lo normal, ya que las casas de los obreros vivian de salarios bajos, y no podían negarse a esos trabajos que hoy día parece que no existen. Este hombre no era familia mía, más se apellidaba como yo, Cantalapiedra. Y yo no le conocí, aunque se que tenía siempre burros muy fuertes. Mas esta historia me la contó mas de una persona. G X Cantalapiedra.