ERA UNA TARDE DE VERANO DE 1952.
Era una tarde de verano de aquellas de 1952, quizá fuera en el mes de julio, la tormenta venía como de Medina del Campo, las nubes negras del verano tormentoso imponían respeto, Pronto los guardas del campo desde sus casetas de tirar bombas a la tormentas iniciaron sus lanzamientos, sonaban en esas horas de siesta del caluroso verano, como si fueran un previo aviso de la granizada que enseguida empezó, serían las tres de la tarde, y los relámpagos y truenos dejaban aquella villa en su valle atemorizados, fueron ratos de granizo y lluvia fuerte, quizá duraría una hora, luego las gentes salían camino de sus fincas para ver los destrozos, mientras el agua corría con color de barro, desde el Camino de Rodilana, Valtarre, Cuesta de Pozaldez, Las Cuevas de las Brujas, Camino Ventosa, y demás laderas como San Roque, La avenida del agua era tremenda, llegaba entonces desde la Huerta de la Alegre pasando por los soportales de Lozano, y inundando la Calle del Cristo, que a su vez inundaba toda la Vega de la Perdiz, bordeando el Cementerio, las gentes preguntaban si había causado daño por diferentes lugares, Las Cañadas. Juan. Clérigo, Las Guijas, otros por Las Sansares, incluso hubo gente que llegó a Cantarranas. Otros preguntando por Las Planas, Todo era pensar en viñas y cereales sin segar, escuche preguntar por El Barco de La Mujer, Valdelagundez, Los Picones, y el Camino de La Moya. Incluso por la Arenera, cada cual comentaba lo visto y sufrido, fue una tarde de esas que se te quedan grabadas para siempre, el granizo dejaba el suelo de la calle blanco como si fuera una nevada, y aunque las nubes se fueron marchando hacia Serrada, en La Seca sembraron el pánico y la desilusión de querer ser labrador mirando al cielo, Eran nubes oscuras digamos casi negras, y de vez en cuando arrasaban los campos por donde pasaban, fueron varios años de mi niñez los que vi haciendo daños en ese Valle llamado La Seca, hace años Seca, La. Y antiguamente La Tala. Donde pasaba el río de La Perdiz. G X Cantalapiedra.
Era una tarde de verano de aquellas de 1952, quizá fuera en el mes de julio, la tormenta venía como de Medina del Campo, las nubes negras del verano tormentoso imponían respeto, Pronto los guardas del campo desde sus casetas de tirar bombas a la tormentas iniciaron sus lanzamientos, sonaban en esas horas de siesta del caluroso verano, como si fueran un previo aviso de la granizada que enseguida empezó, serían las tres de la tarde, y los relámpagos y truenos dejaban aquella villa en su valle atemorizados, fueron ratos de granizo y lluvia fuerte, quizá duraría una hora, luego las gentes salían camino de sus fincas para ver los destrozos, mientras el agua corría con color de barro, desde el Camino de Rodilana, Valtarre, Cuesta de Pozaldez, Las Cuevas de las Brujas, Camino Ventosa, y demás laderas como San Roque, La avenida del agua era tremenda, llegaba entonces desde la Huerta de la Alegre pasando por los soportales de Lozano, y inundando la Calle del Cristo, que a su vez inundaba toda la Vega de la Perdiz, bordeando el Cementerio, las gentes preguntaban si había causado daño por diferentes lugares, Las Cañadas. Juan. Clérigo, Las Guijas, otros por Las Sansares, incluso hubo gente que llegó a Cantarranas. Otros preguntando por Las Planas, Todo era pensar en viñas y cereales sin segar, escuche preguntar por El Barco de La Mujer, Valdelagundez, Los Picones, y el Camino de La Moya. Incluso por la Arenera, cada cual comentaba lo visto y sufrido, fue una tarde de esas que se te quedan grabadas para siempre, el granizo dejaba el suelo de la calle blanco como si fuera una nevada, y aunque las nubes se fueron marchando hacia Serrada, en La Seca sembraron el pánico y la desilusión de querer ser labrador mirando al cielo, Eran nubes oscuras digamos casi negras, y de vez en cuando arrasaban los campos por donde pasaban, fueron varios años de mi niñez los que vi haciendo daños en ese Valle llamado La Seca, hace años Seca, La. Y antiguamente La Tala. Donde pasaba el río de La Perdiz. G X Cantalapiedra.