LA VOZ DE LA CONCIENCIA NO DESCANSA
Era por el año de 1950, el hombre aquel notaba que se moría, un cáncer de estómago le tenía postrado en su cama, y mientras estaba dándose cuenta que su vida se terminaba, sus principios católicos le pedían cuentas, había cometido tropelías en diferentes lugares de su entorno, aunque el caso que le tenía envuelto en gritos no le podía apartar de su memoria, gritaba a voz desgarrada el nombre de un compañero de fechorías, su esposa con la que no tenía hijos, cerro todas las puertas y ventanas para que nadie de fuera escuchara tales gritos, era imposible ocultar aquellos lamentos, y en sus voces repetía “Dios no nos puede acoger en su reino, fuimos muy malas personas y no tenemos perdón”, algún vecino escuchaba el lamento de aquel hombre, y lo comentaba con sus amigos más cercanos, siendo la comidilla de muchas personas, Aquel pecado que este hombre recordaba, era muy gordo, un niño de un mes perdió la vida en una salvajada. Y la conciencia antes de morir le atormentaba, fueron pocos días de sufrimiento, más el suceso corrió como la pólvora, el día que fue enterrado este hombre, las criticas no pararon, siempre de boca en boca, nadie se atrevía en aquellos años hablar en voz alta, era como un misterio que se conocía y a la vez se ocultaba, Alguna persona que sabia dicha historia comentó, “lo van pagando sin conocer ningún juicio, y sin que nadie en su cara les llame asesinos”, verdad grande, fueron varias personas las que tuvieron muy mal final, No precisaron juzgados, se ve que la conciencia de cada humano te va juzgando lentamente, y te puede dejar una vida sorprendente de miedo y condiciones criticas que se van poco a poco notando. Dice un refrán castellano, “No la hagas y no la temes”, “y quien siembra vientos recogerá tempestades”. G X Cantalapiedra, 1- 4 – 2025.
Era por el año de 1950, el hombre aquel notaba que se moría, un cáncer de estómago le tenía postrado en su cama, y mientras estaba dándose cuenta que su vida se terminaba, sus principios católicos le pedían cuentas, había cometido tropelías en diferentes lugares de su entorno, aunque el caso que le tenía envuelto en gritos no le podía apartar de su memoria, gritaba a voz desgarrada el nombre de un compañero de fechorías, su esposa con la que no tenía hijos, cerro todas las puertas y ventanas para que nadie de fuera escuchara tales gritos, era imposible ocultar aquellos lamentos, y en sus voces repetía “Dios no nos puede acoger en su reino, fuimos muy malas personas y no tenemos perdón”, algún vecino escuchaba el lamento de aquel hombre, y lo comentaba con sus amigos más cercanos, siendo la comidilla de muchas personas, Aquel pecado que este hombre recordaba, era muy gordo, un niño de un mes perdió la vida en una salvajada. Y la conciencia antes de morir le atormentaba, fueron pocos días de sufrimiento, más el suceso corrió como la pólvora, el día que fue enterrado este hombre, las criticas no pararon, siempre de boca en boca, nadie se atrevía en aquellos años hablar en voz alta, era como un misterio que se conocía y a la vez se ocultaba, Alguna persona que sabia dicha historia comentó, “lo van pagando sin conocer ningún juicio, y sin que nadie en su cara les llame asesinos”, verdad grande, fueron varias personas las que tuvieron muy mal final, No precisaron juzgados, se ve que la conciencia de cada humano te va juzgando lentamente, y te puede dejar una vida sorprendente de miedo y condiciones criticas que se van poco a poco notando. Dice un refrán castellano, “No la hagas y no la temes”, “y quien siembra vientos recogerá tempestades”. G X Cantalapiedra, 1- 4 – 2025.