“ANOCHECE QUE NO ES POCO”
Aquel hombre de hace más de cien años, era un labrador autónomo, con sus viñas, las fincas que sembraba de cereales y su vida cotidiana en aquel valle de La Castilla Profunda, Incluso tenía un pinar pequeño al lado del Río Duero, donde en días de invierno iba a podar algunas ramas de los pinos para su manojera, el hombre aquel con su traje de pana que estrenaba para los festivos, y al año siguiente le empleaba para seguir trabajando todo el año, era un hombre sin vicios grandes, sus aficiones eran todas derivadas del trabajo manual del campo agrícola, y sus comidas eran casi siempre caseras y de su producción en su domicilio, criando un cerdo o quizá dos si eran pequeños, y sus gallinas ponedoras, con algún gallo para días señalados de la Navidad, Su vida era trabajar mirando al cielo cada día, y tenía la costumbre de al anochecer cada tarde decía en voz alta, “Anochece que no es poco”, su forma de expresión era comentar para el mismo, que se terminaba un día de trabajo duro, y que en la noche se podría descansar para recuperar fuerza, Este hombre como otros muchos, eran la forma de vivir en aquella época, donde el campo no estaba mecanizado, y su economía se movía entre los animales que le ayudaban en sus labores agrícolas, y la producción que el recolectaba, Trigo, cebada, avena, centeno, y leguminosas como las algarrobas, los garbanzos, incluso algunas veces sembraba almortas, en pequeña cantidad. Además de sus majuelos o viñas, que eran muy importantes algunas veces teniendo que hacer su propio vino, por falta de compradores de uva, que años después en 1935, se inauguró la Cooperativa Agrícola Castellana, para arreglar tan grabe problema, Fueron tiempos donde la autodeterminación o digamos el vivir de tu propia producción era lo mas normal. Incluso existía el trueque, con los productos agrícolas, por otros de consumo entonces normal, como eran las fraguas, o herreros, los albarderos con sus apeos de labranza, carreteros y cuberos para las bodegas. Todo tenía su trueque, y aunque el hambre no era normal, existían personas que el cerdo era la comida normal de todo el año. Hoy nos parece imposible, como aquellos hombres trabajaron tan duro para mantener su labranza, y no recurrir a los médicos algunos en toda su vida, no me extraña lo de la frase.” Anochece que no es poco”. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre de hace más de cien años, era un labrador autónomo, con sus viñas, las fincas que sembraba de cereales y su vida cotidiana en aquel valle de La Castilla Profunda, Incluso tenía un pinar pequeño al lado del Río Duero, donde en días de invierno iba a podar algunas ramas de los pinos para su manojera, el hombre aquel con su traje de pana que estrenaba para los festivos, y al año siguiente le empleaba para seguir trabajando todo el año, era un hombre sin vicios grandes, sus aficiones eran todas derivadas del trabajo manual del campo agrícola, y sus comidas eran casi siempre caseras y de su producción en su domicilio, criando un cerdo o quizá dos si eran pequeños, y sus gallinas ponedoras, con algún gallo para días señalados de la Navidad, Su vida era trabajar mirando al cielo cada día, y tenía la costumbre de al anochecer cada tarde decía en voz alta, “Anochece que no es poco”, su forma de expresión era comentar para el mismo, que se terminaba un día de trabajo duro, y que en la noche se podría descansar para recuperar fuerza, Este hombre como otros muchos, eran la forma de vivir en aquella época, donde el campo no estaba mecanizado, y su economía se movía entre los animales que le ayudaban en sus labores agrícolas, y la producción que el recolectaba, Trigo, cebada, avena, centeno, y leguminosas como las algarrobas, los garbanzos, incluso algunas veces sembraba almortas, en pequeña cantidad. Además de sus majuelos o viñas, que eran muy importantes algunas veces teniendo que hacer su propio vino, por falta de compradores de uva, que años después en 1935, se inauguró la Cooperativa Agrícola Castellana, para arreglar tan grabe problema, Fueron tiempos donde la autodeterminación o digamos el vivir de tu propia producción era lo mas normal. Incluso existía el trueque, con los productos agrícolas, por otros de consumo entonces normal, como eran las fraguas, o herreros, los albarderos con sus apeos de labranza, carreteros y cuberos para las bodegas. Todo tenía su trueque, y aunque el hambre no era normal, existían personas que el cerdo era la comida normal de todo el año. Hoy nos parece imposible, como aquellos hombres trabajaron tan duro para mantener su labranza, y no recurrir a los médicos algunos en toda su vida, no me extraña lo de la frase.” Anochece que no es poco”. G X Cantalapiedra.