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LA SECA: ERA UN DÍA DE VIENTO HURACANADO...

ERA UN DÍA DE VIENTO HURACANADO
Aquel día del mes de enero de 1950, un viento huracanado y frío corría por la meseta castellana, y aquel hombre que venía de podar viñedos, con su borriquilla cargada con manojos de sarmientos, maldecía el tiempo tan cruel para los campesinos lasecanos, que sus manos endurecidas por la podadera y las tijeras, se les quedaban heladas, teniendo que golpear dichas manos, para que pudieran entrar en calor. El viento azotaba la carga de manojos, y parecía que a la pobre borriquilla la tiraría al suelo, o la carga sería tirada por dicho viento, El hombre aquel con sus cuarenta años, se le cruzaban por su mente el tener que abandonar su tierra, y buscarse una nueva vida en tierra vasca, digamos Baracaldo, donde algún amigo suyo había terminado por marcharse, eran momentos difíciles, lo sueldos de los obreros podando viñas eran minúsculos, y con temporadas bajas de trabajo, su economía no daba para poder comer dignamente, aquella tarde el viento le hizo recapacitar, la inmigración sería su única salida de aquel valle de lagrimas de entonces, cuando el hombre llegó a su casa, de las afueras de la villa pensó. Tengo que llamar a mi amigo para que me busque vivienda y trabajo, cosa que hizo aquella misma noche, mientras el viento silbaba sobre su chimenea, cayendo trozos de hollín sobre los pucheros de barro, Su casa enseguida la vendió, y eso que era de adobe, aunque por un precio que apenas consiguió pagar el transporte del viaje a Baracaldo. Y su borriquilla, un pastor se quedó con ella, casi le dieron más dinero por dicho asno, que por su casa de adobes y paredes encaladas, Su viaje a lo desconocido era pura ilusión, y aunque en Vascongadas no le resulto fácil acostumbrarse a dicha forma de vida, pronto se abrió camino, y sus hijos tuvieron colegio, y toda la familia pudo vivir dignamente, eso sí recordando aquella tarde de viento huracanado, que parecía que se llevaría hasta las tejas, de la fuerza que tenía, Hay días que los humanos tenemos en cuenta, y decidimos caminos que no siempre son aciertos. UN RECUERDO PARA TODOS MIS PAISANOS QUE ENCONTRARON EN VASCONGADAS SU NUEVA VIDA, G X Cantalapiedra.