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LA SECA: SOLO Y CANSADO...

SOLO Y CANSADO
Aquel hombre con noventa años se sentía viejo y cansado, su esposa con seis años menos que el, todavía andaba diariamente dos horas, y presumía de tener una buena vista, el matrimonio funcionaba bastante bien para su edad, pero el hombre se notaba cansado y sin fuerza, ya que tenía una chimenea de leña para calentar la casa, y ya apenas podía prepararla, En su domicilio de La Castilla Sedienta, el otoño empezaba con nieblas de mala forma, el frío se metía por todos los rincones, y el hombre aquel trabajador a fondo, veía que su final estaba cerca. Las piernas le flojeaban, la memoria a veces no le acompañaba, y sus ratos de poder charlar con sus vecinos de toda la vida, eran cada vez más difíciles de mantener, Sus hijos les visitaban para ver como funcionaban, y se daban cuenta que la salud les mermaba como seres humanos, El hombre no se rendía, y pretendía llegar a la primavera con ganas de vivir un poco más. Más un catarro malo le mermo sus fuerzas aun mucho más, una noche de las que pasaba en vela pensaba, Ya viví mis años de juventud y madurez, conociendo el amor y los falsos amigos, y recordaba cuando tenía su labranza a tope, con sus acémilas y un borriquillo, su vida no podía haber sido mejor en aquel ambiente de la Castilla Sedienta, no le había faltado de nada, tuvo sus amigos de partida de cartas siempre, y mantuvo su cartera con dinero para las ocasiones serias, pensó en aquella madrugada, ya es la hora de mi marcha, ahora serán mis nietos quien mantengan la labranza, y la buena fama de la familia, Mas la luz de su mesilla de noche se encendió, y escucho como en la lejanía le decían, “No te rindas todavía te queda cuerda para rato, tomate las pastillas y mañana te tomaras café con un poco de coñac, y veras como sales de este tropezón con mas ganas de vivir”. Así al día siguiente hizo caso aquella voz del destino que le hablaba, y continúo viviendo algún año más. G X Cantalapiedra.