CAMINO DEL OTOÑO EN SEPTIEMBRE
Desde niño me enseñaron a pensar con sentimiento, caminé sin grandes lujos y temiendo al sufrimiento. Queriendo vivir en paz, traté de seguir camino, hice mis penas un haz y supe que es desatino. Los versos del caminante de los Campos de Castilla, que en otoño son vibrantes con verdor de maravilla. Caminamos los amigos buscando el temido otoño, que dejaba sus castigos mientras brotaba el retoño. Miramos al horizonte con sus nubes traicioneras, y hasta cruzamos el monte muy cerca de la Ribera. Siempre el otoño es temido con sus gripes mal llegadas, es un corazón herido que busca la madrugada. Los días se van menguando sin apenas darte cuenta, y las mentes van pensando en el frío que revienta. Por la Castilla Sedienta alguna lluvia llegaba, para tener siempre en cuenta cuando el cielo se nublaba. Vimos llegar el otoño en las frías madrugadas, y el cielo marcó su tono sobre veredas secadas. Los humanos más mayores temblaban viendo alboradas, y soñaban con dolores en las consultas privadas. Se notaba mucho al viento, temías las madrugadas, era duro el sufrimiento de las noches más cerradas. Los años se van pasando con sus calvarios a cuestas, mientras lo vamos notando cuando llegan ciertas fiestas. Los otoños traicioneros dejan malditos recados, hay quien dice aventureros que presumen de soldados. Otoños de mala sombra entre nubes y sembrados, su caminar nos asombra y suelen romper cercados. No hay otoño comprensivo, ni que comente su estado, es un tiempo deprimido sobre cielo iluminado. G X Cantalapiedra.
Desde niño me enseñaron a pensar con sentimiento, caminé sin grandes lujos y temiendo al sufrimiento. Queriendo vivir en paz, traté de seguir camino, hice mis penas un haz y supe que es desatino. Los versos del caminante de los Campos de Castilla, que en otoño son vibrantes con verdor de maravilla. Caminamos los amigos buscando el temido otoño, que dejaba sus castigos mientras brotaba el retoño. Miramos al horizonte con sus nubes traicioneras, y hasta cruzamos el monte muy cerca de la Ribera. Siempre el otoño es temido con sus gripes mal llegadas, es un corazón herido que busca la madrugada. Los días se van menguando sin apenas darte cuenta, y las mentes van pensando en el frío que revienta. Por la Castilla Sedienta alguna lluvia llegaba, para tener siempre en cuenta cuando el cielo se nublaba. Vimos llegar el otoño en las frías madrugadas, y el cielo marcó su tono sobre veredas secadas. Los humanos más mayores temblaban viendo alboradas, y soñaban con dolores en las consultas privadas. Se notaba mucho al viento, temías las madrugadas, era duro el sufrimiento de las noches más cerradas. Los años se van pasando con sus calvarios a cuestas, mientras lo vamos notando cuando llegan ciertas fiestas. Los otoños traicioneros dejan malditos recados, hay quien dice aventureros que presumen de soldados. Otoños de mala sombra entre nubes y sembrados, su caminar nos asombra y suelen romper cercados. No hay otoño comprensivo, ni que comente su estado, es un tiempo deprimido sobre cielo iluminado. G X Cantalapiedra.