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LA SECA: UNA NOCHE DE VERANO CON UNA GRAN TORMENTA...

UNA NOCHE DE VERANO CON UNA GRAN TORMENTA
Era el verano del año de 1950, quizá fuera a finales de julio, y un hombre que tenia sus ovejas en el corral portátil de madera, digamos teleras, estuvo aquella tarde ordeñando a sus ovejas. Y al mismo tiempo viendo como unas nubes negras avanzaban hacia donde tenía su ganado descansando, La tormenta no se hizo demasiado esperar, y sin darle al pastor tiempo de llevarse las ovejas a su colgadizo, espero tapándose con una manta de campo, que pasará tan grande tromba de agua, los dos perros que tenía el pastor se sentían asustados, tan pronto se veía todo como de día, y en segundos todo oscuro, con el sonido del agua pegando sobre las ovejas ya esquiladas. El zagal se había ido a llevar con el burro y sus aguaderas, las cantaras de la leche de las ovejas. Incluso antes de llegar a la quesería, se vio calado por la fuerza de la tormenta. Aquella tarde noche cogió a las personas de aquella zona un poco desprevenidas, la esposa del pastor que era el dueño de las ovejas estaba llena de terror viendo el cielo como si fuera una iluminaria constante, A las once y media de aquella noche, el pastor entraba en su casa, todo calado y asustado de tan grande tormenta. Su esposa la recriminaba el no haberse traído el ganado a su nave, para tenerlo a salvo, El pastor se cambió de ropa para secarse de tan fuerte tormenta, y comentaba entre las protestas de su esposa, como era la vida de entonces, que el hambre acariciaba a muchas familias de esa Castilla sedienta y polvorienta, El pastor decía sin temor a no ser escuchado, mi oficio es lo principal, y yo me debo al ganado que nos da de comer, y me da trabajo autónomo todo el año. La esposa sabia de sobra que los pastores de entonces, incluso dormían con el ganado en el campo, para que no les robaran su ganadería, Eran tiempos difíciles para las personas que se dedicaban a cuidar ovejas, no tenían horas libres, incluso por las mañanas en el verano, madrugaban para poder ordeñar a dicho ganado antes de que el sol brillara en el horizonte, La vida de aquellos años, digamos era parecida a la esclavitud, no tenían tope de horas trabajadas, y lo principal para aquellos pastores, era que su ganado estuviera bien comido, y a la vez bien cuidado, las horas no contaban para nada. Aún recuerdo aquellas esquilas pasando por la puerta de la casa de mis padres, yo y mis hermanos salíamos a ver como balaban los corderos y ovejas, viendo de cerca los carneros, que eran fuertes y temidos por los niños. G X Cantalapiedra.