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LA SECA: CUANDO LOS GALLOS TENIAN BUENA MEMORIA. ...

CUANDO LOS GALLOS TENIAN BUENA MEMORIA.
En una Villa de la Castilla Profunda, donde la sequía se tenía presente, por su polvoriento ambiente, hubo una familia con bastantes hijos, que tenían siempre buenos melonares, y dicen que, durante el mes de septiembre sobre sus últimas fechas, se arrancaban las parras de dicho melonar, y con ellas la hermosas gigantas o girasoles. Con sus pies de tallo fuertes, que algunos vecinos de aquellas tierras se llevaban a sus casas, unos para quemarlas en las cocinas una vez secas, y otros para que los niños jugasen con ellas las llamadas porras de giganta, el hijo mayor de aquella familia, que parecía divertirse con esas porras, tenía la fea costumbre de pegar a gallinas y gallo, por aquel corral hermoso, donde las parras de viña daban uvas y buena sombra. Se ve que aquel gallo con garras fuertes en sus pies, espero la oportunidad de vengarse a su modo. Y aunque el niño de unos seis años estaba sentado al sol, sobre una piedra blanca al lado de su madre que lavaba la ropa familiar en su artesa, con aquella tabla modulada, el gallo que era el dueño de dicho corral de gallinas, quizá unas 30. Desde el centro de dicho corral, abrió sus alas, y empinando su cresta y espolones, se lanzó a toda velocidad con las alas abiertas contra el niño, que tan solo pudo frenar al gallo, cruzando sus brazos para no ser dañado en serio. Recibió el niño arañazos, y su jersey roto, su madre con la tabla de lavar defendió al niño de dicho gallo furioso, que parecía calmarse un poco después de dicho ataque, Al caer la tarde el padre del niño llego del trabajo del campo agrícola, y la madre del niño le comunico dicho ataque del gallo Fanfarrón, que imponía respeto. El padre que tenía en su mayor afecto a su hijo, se dirigió al tajo donde se partía la leña para la cocina, y allí encontró un hacha de mucho corte, y con su sentimiento de ver a su hijo arañado, que quizá pudo ser mucho más dañado, si su madre no le defiende con la tabla de lavar, El padre hombre duro que paso por dos guerras, una la incivil, y la otra la Revolución de Asturias. Se dirigió al gallinero, donde dichas gallinas y su gallo Fanfarrón empezaban a dormitar. El hombre aquel le agarro por el cuello a dicho gallo, que momentos más tarde en el tajo de leña dejó de existir. Al día siguiente comieron pollo con tomate, no era Navidad, pero celebraron que el niño siguiera vivo. Hecho real. Año de 1951. G X Cantalapiedra