AQUEL PASTOR CASTELLANO
Un día se marcharon en silencio, aquel matrimonio tenía cuatro hijos, el hombre era pastor asalariado, sintiéndose lasecano, y sin decir nada a nadie, una furgoneta vino a recogerle, toda su familia se marchó aquel día, en el más completo misterio, era por el mes de abril, quizá del año 1958, sus pocos enseres eran llevados con ellos, dos colchones de lana, unas mantas viejas, y poco más. Aquel viaje sin retorno fue comentado, por todos los pastores que eran dueños de sus ovejas, e incluso por los asalariados. hablaban del tema, pero la emigración forzosa no paraba, eran años duros, apenas quedaban pastores a sueldo, y los que quedaban trabajaban muchísimas horas, sin descanso los domingos y festivos, ya que las ovejas comían y bebían todos los días del año. Pasaron como unos cuatro o cinco años, y el día de la fiesta de novillos, apareció en La Seca el hijo mayor de aquel pastor, que cambio de lugar, no de profesión, según contó, se marcharon a un caserío, cerca de Valladolid capital, donde el sueldo era mucho mayor, pero la soledad era terrible, y los hijos empezaron abrirse camino por Valladolid ciudad, y apenas sentían el deseo de volver a la tierra que les había visto nacer, nunca más supe de ellos, fueron emigrantes condenados al olvido, solo el silencio pasaba desapercibido, la casa que habitaban en La Seca, pronto se hundía, y su nombre y apodo desaparecen sin dejar rastro, nadie daba explicación de tan rara emigración. CUANTAS FAMILIAS SE MARCHARON DE ESE VALLE DE LAGRIMAS, SIN SABER DONDE TERMINARON SUS HUESOS. G X Cantalapiedra. Recordando la emigración forzosa.
Un día se marcharon en silencio, aquel matrimonio tenía cuatro hijos, el hombre era pastor asalariado, sintiéndose lasecano, y sin decir nada a nadie, una furgoneta vino a recogerle, toda su familia se marchó aquel día, en el más completo misterio, era por el mes de abril, quizá del año 1958, sus pocos enseres eran llevados con ellos, dos colchones de lana, unas mantas viejas, y poco más. Aquel viaje sin retorno fue comentado, por todos los pastores que eran dueños de sus ovejas, e incluso por los asalariados. hablaban del tema, pero la emigración forzosa no paraba, eran años duros, apenas quedaban pastores a sueldo, y los que quedaban trabajaban muchísimas horas, sin descanso los domingos y festivos, ya que las ovejas comían y bebían todos los días del año. Pasaron como unos cuatro o cinco años, y el día de la fiesta de novillos, apareció en La Seca el hijo mayor de aquel pastor, que cambio de lugar, no de profesión, según contó, se marcharon a un caserío, cerca de Valladolid capital, donde el sueldo era mucho mayor, pero la soledad era terrible, y los hijos empezaron abrirse camino por Valladolid ciudad, y apenas sentían el deseo de volver a la tierra que les había visto nacer, nunca más supe de ellos, fueron emigrantes condenados al olvido, solo el silencio pasaba desapercibido, la casa que habitaban en La Seca, pronto se hundía, y su nombre y apodo desaparecen sin dejar rastro, nadie daba explicación de tan rara emigración. CUANTAS FAMILIAS SE MARCHARON DE ESE VALLE DE LAGRIMAS, SIN SABER DONDE TERMINARON SUS HUESOS. G X Cantalapiedra. Recordando la emigración forzosa.