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LA SECA: ERA UN NIÑO QUE SOÑABA...

ERA UN NIÑO QUE SOÑABA
Soñaba, y todas las noches de su niñez se despertaba, Se caía por el vacío más grande que algún ser humano podría sentir. Y así estuvo durante muchos días, quizá años, hasta que el niño se hizo joven, y empezó a soñar otras cosas diferentes, incluso aquel, niño se hizo un hombre arrogante, y en una fecha de esas de invierno crudo castellano, se moría su mejor amiga, de un maldito cáncer, era el mes de febrero, con un frío temeroso, y aquella noche de nuevo volvió a soñar su más temida pesadilla, de nuevo se caía en el vacío, y su caída no paraba, era un sueño repetido, más era de terror constante, durante bastante tiempo estuvo cayendo por el vacío, sin estrellarse con nada, y de nuevo despertó sollozando, aquel hombre joven se abrazo a su almohada, y dando la luz de su dormitorio, miró a un Jesucristo en su cabecera, la madre del joven, era una mujer muy cristiana, su padre era ateo, pero eran una pareja feliz, se llevaban muy bien, El joven pensó en ese momento, si la muerte es el final donde se marchará mi amiga de siempre, este sueño de hoy hacía mucho tiempo que no me pasaba, pero sigo teniendo el mismo temor a caer en el vacío. No comentó nada en su casa, su amiga una fiel cristiana, fue enterrada por la tarde, a la caída del sol, Los amigos del joven y de la difunta estaban allí a darla la despedida, a su amiga que se marchaba de este mundo con el corazón temblando. Hay misterios que se llevan en la vida callados, ese misterio el joven se lo había contado a su amiga que se marchó abrazando a su madre y una amiga de siempre, y aquella noche sin entender el mensaje se presentó aquel terrorífico sueño del vacío más grande. Nunca más el sueño volvió aparecer, el joven emigro y una tarde paseando por El Cristo del Pardo, se encontró con el hermano de su amiga fallecida, eran muchos años los que habían pasado, pero los dos hombres ya casados con niños pequeños se confesaron, ambos, se dijeron cosas que ninguno las sabía, al final de la tarde cuando anochecía, se abrazaron y se desearon suerte, cada uno con su familia se alejaron del Pardo, sus esposas no entendieron aquel abrazo que les marcaria a los dos hombres. Después de saber que eran amigos de la niñez, y entre ellos al estar distantes, por situaciones del trabajo no se habían vuelto a ver. La vida a veces pone a las personas donde debieran estar, para que su destino solo los rompa la eternidad. G X Cantalapiedra.