ERA UN HOMBRE DE LA PROFUNDA CASTILLA
Aquel día de niebla del mes de diciembre del año 1950, Aquel hombre con su miseria a cuestas, venía de recoger sarmientos por el Camino Hondo, el patrón le pagaba a la semana 100 y pico pesetas, Para con ellas mantener a su familia, que ya entonces parecía ser numerosa. El sueldo del invierno era de subsistir malamente, y en el verano aquel hombre como otros muchos se marchaban a segar a Tierra Blanda, Zona de Medina del Campo hacia el sur, para poder salir adelante y pagar sus trampas, Aquel día de niebla cerrada, la visibilidad era muy corta, quizá unos cuarenta metros, y el frío se notaba en todo el cuerpo, ya que entonces el dinero no alcanzaba para poder vestir curiosamente. Su casa era de pobre de las que solo entrar daba pena, y el hombre en su caminata pensaba, de que nos sirvió esta guerra, que nos dejó destrozados a la mayoría de combatientes, que si mal estábamos entonces estamos igual o peor ahora, El hombre se lamentaba de verse helado y en su casa no podría encontrar ni calor de lumbre, ya que la leña que entraba en su casa era manojos de sarmientos de las viñas, que apenas le daban para poder cocinar su esposa, Eran tiempos difíciles, el racionamiento terminaba por esa época, pero las gentes obreras solo les quedaba el consuelo de la emigración donde fuera, no importaba el salir de su tierra donde se pasaba mal, y algunas familias como las de este hombre, no les quedó más remedio que salir a la desesperada, buscando el trabajo donde se ganara más sueldo, con tal de poder comer todos los días del año. Este hombre de familia castellana, con sus raíces en esa tierra. Aquella tarde noche decidió salir de aquel valle de lágrimas, para iniciar otra nueva vida en tierras de Baracaldo, donde pudo desarrollar su vida laboral y allí terminar su recorrido en este mundo, sin sufrir las calamidades que la miseria le ofrecía entonces. Por esas tierras de La Castilla Profunda. G X Cantalapiedra
Aquel día de niebla del mes de diciembre del año 1950, Aquel hombre con su miseria a cuestas, venía de recoger sarmientos por el Camino Hondo, el patrón le pagaba a la semana 100 y pico pesetas, Para con ellas mantener a su familia, que ya entonces parecía ser numerosa. El sueldo del invierno era de subsistir malamente, y en el verano aquel hombre como otros muchos se marchaban a segar a Tierra Blanda, Zona de Medina del Campo hacia el sur, para poder salir adelante y pagar sus trampas, Aquel día de niebla cerrada, la visibilidad era muy corta, quizá unos cuarenta metros, y el frío se notaba en todo el cuerpo, ya que entonces el dinero no alcanzaba para poder vestir curiosamente. Su casa era de pobre de las que solo entrar daba pena, y el hombre en su caminata pensaba, de que nos sirvió esta guerra, que nos dejó destrozados a la mayoría de combatientes, que si mal estábamos entonces estamos igual o peor ahora, El hombre se lamentaba de verse helado y en su casa no podría encontrar ni calor de lumbre, ya que la leña que entraba en su casa era manojos de sarmientos de las viñas, que apenas le daban para poder cocinar su esposa, Eran tiempos difíciles, el racionamiento terminaba por esa época, pero las gentes obreras solo les quedaba el consuelo de la emigración donde fuera, no importaba el salir de su tierra donde se pasaba mal, y algunas familias como las de este hombre, no les quedó más remedio que salir a la desesperada, buscando el trabajo donde se ganara más sueldo, con tal de poder comer todos los días del año. Este hombre de familia castellana, con sus raíces en esa tierra. Aquella tarde noche decidió salir de aquel valle de lágrimas, para iniciar otra nueva vida en tierras de Baracaldo, donde pudo desarrollar su vida laboral y allí terminar su recorrido en este mundo, sin sufrir las calamidades que la miseria le ofrecía entonces. Por esas tierras de La Castilla Profunda. G X Cantalapiedra