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LA SECA: ERA UN DÍA DE NIEBLA CERRADA...

ERA UN DÍA DE NIEBLA CERRADA
En aquella mañana fría, aquel hombre con su dos mulas y un carro de yugo, habían cargado leña de pinares, más o menos donde al Caballero de Olmedo le dieron muerte. La niebla se había cerrado a tope, y aunque eran las once y media de la mañana, el día se ponía demasiado triste, para evitar la carretera de Medina del Campo a Olmedo, el hombre encargado de vender dicha leña, le indico al ir hacía el pinar un camino para evitar dicha carretera. Aquel hombre venido desde La Seca, para llevar leña a un panadero para su horno, se sintió perdido, la niebla se cerró de tal forma, que no se veía ni a diez metros por delante, Aquel arriero acostumbrado a las nieblas de la Ribera del Duero, no le parecía nada raro, ya que era normal por esas tierras de Pozal de Gallinas, circulo con dicha carga más de media hora, y no lograba ver la salida del camino, para llegar a dicho pueblo, solo le amparo un carretero que iba en dirección contraria, para cargar la leña de esos pinares, indicándole la próxima salida, que aquel hombre lasecano no quería perder de vista. Por fin salió del camino arenoso, y después de un cuarto de hora logró ver aquel pueblo extendido en la llanura, que tan solo podía ver como a una distancia de unos cuarenta metros por delante, Las dos acémilas caminaron sin descanso aquellos doce kilómetros que las separaban de su destino final. Eran tiempos donde no existía ningún otro remedio para los hornos de las panaderías, que la leña de pinar o encinas, incluso a veces sarmientos y trozos de cepas viejas, Aquel medio día fue triste y melancólico, ni un solo vehículo de tracción animal ni de otra clase encontró aquel arriero en su camino de niebla cerrada. Al llegar a la panadería lasecana, contó su fuerte mañana, y el miedo que sentía al encontrarse en un terreno no conocido y encima arenoso, donde las ruedas del carro se hundían en el suelo del camino, la niebla de aquella mañana no solía ser tan cerrada durante el día, aunque muchas personas de aquella zona, si la conocieron algunas veces en las noches de diciembre. Incluso cuentan en esas tierras, que hubo noches donde ni con faroles encendidos, podías divisar las aceras de su villa.
G X Cantalapiedra. 13 – 1 – 2023.