CUANDO LOS RECUERDOS AFLORAN
Esta mañana pensando en cosas de mi niñez, me llene de ver andando cosas que no pueden ser. Recuerdo que, siendo niño con profunda madurez, siempre goce del cariño y de buena sensatez. Bajé corriendo a la escuela, era mi forma de ser, aquel tiempo vi que vuela sin llegar a padecer. Amigos dentro la clase, y más al atardecer, el maestro fue la base que yo siempre respete. Amigos tengo de entonces para seguir caminando, también existieron roces en un mundo de ir andando. Que contento fui a la escuela sin poner jamás problemas, el tiempo se fue que vuela y quedaron los esquemas. La Plaza llena de niños con sus preciadas carreras, todos soñando cariños sin querer notar barreras. Fuimos buenos escolares en aquel tiempo de dudas, siempre vimos los hogares con sus costumbres agudas. Nunca tuvimos relojes ni otras lindas composturas, ni debimos de dar coces ni cometer mil diabluras. Con la infancia que crecimos entre buenos labradores, no sé si de allí nos fuimos para conocer amores. No reniego de mi infancia con sus tremendos defectos, tampoco tuve ignorancia para ver caminos rectos. Ahora que miro el pasado como si fuera el mañana, no me siento condenado ni deje mi vida vana. Caminé por los caminos, jugué pisando las eras, comprendí que ciertos signos no necesitan barreras. Mi infancia fue parecida a bailar entre las penas, ninguna flor distinguida quiere sufrir las condenas. La emigración de florero para seguir adelante, nunca quise ser primero ni vivir como arrogante. Cuanta gente de mi Villa tuvo su destino aparte, su marcha no fue sencilla, aunque conociera el arte. Emigrantes lasecanos con maletas de madera, buscando senderos sanos en vagones de tercera. Las penas viven ocultas en las mentes más despiertas, los comentarios no asustan ni van cerrando sus puertas. Atrás dejamos la Villa con muchas buscadas metas, soñamos con maravilla en las horas más inquietas. G X Cantalapiedra.
Esta mañana pensando en cosas de mi niñez, me llene de ver andando cosas que no pueden ser. Recuerdo que, siendo niño con profunda madurez, siempre goce del cariño y de buena sensatez. Bajé corriendo a la escuela, era mi forma de ser, aquel tiempo vi que vuela sin llegar a padecer. Amigos dentro la clase, y más al atardecer, el maestro fue la base que yo siempre respete. Amigos tengo de entonces para seguir caminando, también existieron roces en un mundo de ir andando. Que contento fui a la escuela sin poner jamás problemas, el tiempo se fue que vuela y quedaron los esquemas. La Plaza llena de niños con sus preciadas carreras, todos soñando cariños sin querer notar barreras. Fuimos buenos escolares en aquel tiempo de dudas, siempre vimos los hogares con sus costumbres agudas. Nunca tuvimos relojes ni otras lindas composturas, ni debimos de dar coces ni cometer mil diabluras. Con la infancia que crecimos entre buenos labradores, no sé si de allí nos fuimos para conocer amores. No reniego de mi infancia con sus tremendos defectos, tampoco tuve ignorancia para ver caminos rectos. Ahora que miro el pasado como si fuera el mañana, no me siento condenado ni deje mi vida vana. Caminé por los caminos, jugué pisando las eras, comprendí que ciertos signos no necesitan barreras. Mi infancia fue parecida a bailar entre las penas, ninguna flor distinguida quiere sufrir las condenas. La emigración de florero para seguir adelante, nunca quise ser primero ni vivir como arrogante. Cuanta gente de mi Villa tuvo su destino aparte, su marcha no fue sencilla, aunque conociera el arte. Emigrantes lasecanos con maletas de madera, buscando senderos sanos en vagones de tercera. Las penas viven ocultas en las mentes más despiertas, los comentarios no asustan ni van cerrando sus puertas. Atrás dejamos la Villa con muchas buscadas metas, soñamos con maravilla en las horas más inquietas. G X Cantalapiedra.