DURANTE MUCHOS DÍAS
Aquella mujer sencilla recordando su pasado, se notó su pesadilla en aquel camino amargo. Todos los días marchaba a visitarle en la tumba, y en el contorno encontraba sonidos de la ultratumba. Su marido fallecido por las causas naturales, la tumba que él ha elegido era de las más normales. La mujer todos los días caminaba a visitarle en su tumba le sentía entre sufridas verdades. Un día pensó en los celos que su marido la daba, y pronto clamaba al cielo para que allí se quedara. Llorando sobre la tumba se notaba consolada, dicen que mucha penumbra en sus ojos la brillaba. Dando golpes en el mármol que aquella tumba tapaba, le dijo solemnemente dime que no me engañabas. Era dura la pregunta, y una voz la contestaba, “Yo sé que nada te asusta, pero a otra mujer amaba”. La esposa cerró sus puños, y con fuerza repicaba, “dime quien fue tan preciosa que tanto te encandilaba”. Silencio en el Camposanto, un eco gris se notaba, que nadie le llame santo, aunque ella por él lloraba. Todos días a las cuatro al cementerio llegaba, y sobre aquel mármol limpio sus lagrimas derramaba. Los celos se terminaron en aquella madrugada, que su marido fallecía sin explicar sus andadas. Aquella mujer sufrida por los celos castigada lloraba de noche y día en su casa desolada. Quizá fueron muchos días, dicen que muchas semanas, en algunas tardes frías no notaba cosas vanas. Muchos la llamaron loca, porqué con el muerto hablaba, más su fe fuerte de roca en la tumba se esforzaba. La esposa soñó una noche que el marido la llamaba, y no quiso hacer reproche y a buscarle se marchaba. Sonaron ciertas campanas entre sombras penitentes, y pensaron en mañanas donde se mueren las gentes. Nadie la llamaba loca ni habló mal de su aliciente, su historia de boca en boca dice que hablaba la gente. A Las cuatro de la tarde estuvo siempre presente, y nunca pensaba en balde ni lo contaba a la gente. Los amores que perduran nunca se ven trasparentes, aunque contengan diabluras son amores muy decentes.
G X Cantalapiedra.
Aquella mujer sencilla recordando su pasado, se notó su pesadilla en aquel camino amargo. Todos los días marchaba a visitarle en la tumba, y en el contorno encontraba sonidos de la ultratumba. Su marido fallecido por las causas naturales, la tumba que él ha elegido era de las más normales. La mujer todos los días caminaba a visitarle en su tumba le sentía entre sufridas verdades. Un día pensó en los celos que su marido la daba, y pronto clamaba al cielo para que allí se quedara. Llorando sobre la tumba se notaba consolada, dicen que mucha penumbra en sus ojos la brillaba. Dando golpes en el mármol que aquella tumba tapaba, le dijo solemnemente dime que no me engañabas. Era dura la pregunta, y una voz la contestaba, “Yo sé que nada te asusta, pero a otra mujer amaba”. La esposa cerró sus puños, y con fuerza repicaba, “dime quien fue tan preciosa que tanto te encandilaba”. Silencio en el Camposanto, un eco gris se notaba, que nadie le llame santo, aunque ella por él lloraba. Todos días a las cuatro al cementerio llegaba, y sobre aquel mármol limpio sus lagrimas derramaba. Los celos se terminaron en aquella madrugada, que su marido fallecía sin explicar sus andadas. Aquella mujer sufrida por los celos castigada lloraba de noche y día en su casa desolada. Quizá fueron muchos días, dicen que muchas semanas, en algunas tardes frías no notaba cosas vanas. Muchos la llamaron loca, porqué con el muerto hablaba, más su fe fuerte de roca en la tumba se esforzaba. La esposa soñó una noche que el marido la llamaba, y no quiso hacer reproche y a buscarle se marchaba. Sonaron ciertas campanas entre sombras penitentes, y pensaron en mañanas donde se mueren las gentes. Nadie la llamaba loca ni habló mal de su aliciente, su historia de boca en boca dice que hablaba la gente. A Las cuatro de la tarde estuvo siempre presente, y nunca pensaba en balde ni lo contaba a la gente. Los amores que perduran nunca se ven trasparentes, aunque contengan diabluras son amores muy decentes.
G X Cantalapiedra.