EL ANCIANO CAMINABA
El anciano caminaba por El Camino de Las Brujas, y en sus pasos el notaba muchas molestias intrusas. Ataques de reumatismo con el azúcar marcando, eran horas del abismo que la vida le va dando. En sus pasos silenciosos se noto cierta molestia, el dolor le iba surgiendo desde los pies a la cabeza. Se preguntaba en silencio, por qué me duele hasta el alma, si a nada le hago desprecio y siempre guardo la calma. Miró despacio las Cuevas, que Las Brujas bien cuidaban, y pensó que buen camino cuando tienes mucha marcha. Hoy solo tengo dolores, hoy no me queda esperanza, son muchos los sinsabores y muy poco la templanza. Atrás quedaron Las Cuevas, medio hundidas por palabras, que dicen que hubo mujeres que supieron dar templanza. Hoy solo quedan recuerdos, gritos de algunas chicharras, los grillos por el verano y en el invierno ni cabras. El camino esta tranquilo, aunque es paso de labranzas, tractores metiendo ruidos con vertederas cargadas. Los campos siguen resecos, la lluvia casi olvidada, dicen que ni suenan ecos de aquellas lluvias soñadas. El Camino de Las Brujas lo mismo que las Cañadas, con El Camino Ventosa buscan las lluvias soñadas. Hoy solo se escuchan trinos de gorriones en las casas, algunos beben los vinos de esas viñas apreciadas. La sementera esperando, la lluvia no riega nada, los labradores soñando con empezar su campaña. Y aquel anciano camina después de la madrugada, el tan solo determina que su vida esta acabada. Sin buscar nuevos amores, que la edad no busca nada, aunque sabe de colores no quiere ruta menguada. Mira su Torre caída mientras recuerda con calma, que pasaron muchas cosas en su infancia recalcada. Ahora se envuelve en silencio, no quiere pisar su plaza, ni se siente nunca un necio que reniegue de su raza. La soledad del anciano que siempre la despreciaba, ahora la abraza con fuerza y resulta ser su amada.
G X Cantalapiedra.
El anciano caminaba por El Camino de Las Brujas, y en sus pasos el notaba muchas molestias intrusas. Ataques de reumatismo con el azúcar marcando, eran horas del abismo que la vida le va dando. En sus pasos silenciosos se noto cierta molestia, el dolor le iba surgiendo desde los pies a la cabeza. Se preguntaba en silencio, por qué me duele hasta el alma, si a nada le hago desprecio y siempre guardo la calma. Miró despacio las Cuevas, que Las Brujas bien cuidaban, y pensó que buen camino cuando tienes mucha marcha. Hoy solo tengo dolores, hoy no me queda esperanza, son muchos los sinsabores y muy poco la templanza. Atrás quedaron Las Cuevas, medio hundidas por palabras, que dicen que hubo mujeres que supieron dar templanza. Hoy solo quedan recuerdos, gritos de algunas chicharras, los grillos por el verano y en el invierno ni cabras. El camino esta tranquilo, aunque es paso de labranzas, tractores metiendo ruidos con vertederas cargadas. Los campos siguen resecos, la lluvia casi olvidada, dicen que ni suenan ecos de aquellas lluvias soñadas. El Camino de Las Brujas lo mismo que las Cañadas, con El Camino Ventosa buscan las lluvias soñadas. Hoy solo se escuchan trinos de gorriones en las casas, algunos beben los vinos de esas viñas apreciadas. La sementera esperando, la lluvia no riega nada, los labradores soñando con empezar su campaña. Y aquel anciano camina después de la madrugada, el tan solo determina que su vida esta acabada. Sin buscar nuevos amores, que la edad no busca nada, aunque sabe de colores no quiere ruta menguada. Mira su Torre caída mientras recuerda con calma, que pasaron muchas cosas en su infancia recalcada. Ahora se envuelve en silencio, no quiere pisar su plaza, ni se siente nunca un necio que reniegue de su raza. La soledad del anciano que siempre la despreciaba, ahora la abraza con fuerza y resulta ser su amada.
G X Cantalapiedra.