AQUEL HOMBRE MARGINADO
Dicen que llegó marcando muchas señas sin olvido, la muerte que fue llegando, le dejó medio perdido. Una tarde del otoño donde se cambian los signos, sin sentirse nunca ñoño, no quiso buscar destinos. La novia que más amaba se fue por triste camino, y en su pueblo se dejaba la soledad y el buen vino. Era triste la noticia, la muerte que hilaba fino, agotó cualquier delicia con su fatal desatino. En sus ojos se notaba la soledad del camino, y ya por siempre brotaba marcándole su mal signo. Eran finales de octubre, sin tener ningún amigo, se calentaba en la lumbre de algún querido vecino. Pensando la vida es dura, si el amor cambia tu signo, la solución es oscura y ya no queda camino. Malherido por la vida, sin abrazar el olvido, el pecho tiene una herida que le deja sorprendido. No quedan más soluciones el viento le da castigo, él no sabe de oraciones ni quiere ser un testigo. Quizá le sigue la muerte, como al pajarillo herido, y ya no busca la suerte de verse más comprendido. Quiere borrar tanta pena, y no quiere ser mendigo, ni soportar la condena de algún maldito enemigo. No lejos del cementerio tiene un lugar elegido, para no pensar en serio ni sentirse protegido. No sonaran las campanas, ni vendrán buenos amigos, ni hablaran de vidas sanas ni sus pasos son castigos. Un entierro de tercera, sin símbolos ni apellidos, es tiempo de sementera sin llantos ni compungidos. El amor se fue llevando sus más tremendos suspiros, y todo se fue acabando sin poder pegarle giros. La soledad de los muertos. es un camino aprendido, en los momentos inciertos veras su rumbo elegido. Ya viene Don Juan Tenorio, ya se sienten sus cumplidos, es grande su repertorio en estos tiempos sufridos. G X Cantalapiedra.
Dicen que llegó marcando muchas señas sin olvido, la muerte que fue llegando, le dejó medio perdido. Una tarde del otoño donde se cambian los signos, sin sentirse nunca ñoño, no quiso buscar destinos. La novia que más amaba se fue por triste camino, y en su pueblo se dejaba la soledad y el buen vino. Era triste la noticia, la muerte que hilaba fino, agotó cualquier delicia con su fatal desatino. En sus ojos se notaba la soledad del camino, y ya por siempre brotaba marcándole su mal signo. Eran finales de octubre, sin tener ningún amigo, se calentaba en la lumbre de algún querido vecino. Pensando la vida es dura, si el amor cambia tu signo, la solución es oscura y ya no queda camino. Malherido por la vida, sin abrazar el olvido, el pecho tiene una herida que le deja sorprendido. No quedan más soluciones el viento le da castigo, él no sabe de oraciones ni quiere ser un testigo. Quizá le sigue la muerte, como al pajarillo herido, y ya no busca la suerte de verse más comprendido. Quiere borrar tanta pena, y no quiere ser mendigo, ni soportar la condena de algún maldito enemigo. No lejos del cementerio tiene un lugar elegido, para no pensar en serio ni sentirse protegido. No sonaran las campanas, ni vendrán buenos amigos, ni hablaran de vidas sanas ni sus pasos son castigos. Un entierro de tercera, sin símbolos ni apellidos, es tiempo de sementera sin llantos ni compungidos. El amor se fue llevando sus más tremendos suspiros, y todo se fue acabando sin poder pegarle giros. La soledad de los muertos. es un camino aprendido, en los momentos inciertos veras su rumbo elegido. Ya viene Don Juan Tenorio, ya se sienten sus cumplidos, es grande su repertorio en estos tiempos sufridos. G X Cantalapiedra.