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LA SECA: CUANDO SE BUSCA LA HUIDA...

CUANDO SE BUSCA LA HUIDA
Aquel hombre mayor, que vivía en su pueblo castellano, solo y meditabundo, Con pocos medios económicos, su esposa había fallecido hacia más de diez años, y él se sentía débil y frágil, comunico a sus tres hijos que se encontraba al borde de la muerte, aunque no quería pisar el ambulatorio del pueblo, La sorpresa fue que ninguno de los tres hijos le contestaron, ya que tenían en su cerebro metido, que se había portado mal con su madre, siendo un machista pleno, y parece que desde jóvenes se alejaron de aquel lugar, de La Castilla Profunda, El hombre que había sido dominante, pasaba las noches entre delirios, los fantasmas del pasado le rodeaban, su alcoba se llenaba de murmullos que solo el escuchaba, ningún vecino se llevaba bien con él, era solitario y protestón, y en cuanto salía a su portal, con el bastón que tenía, si se acercaba un niño le daba un bastonazo, era repudiado por su vecinos, que ninguno le ofrecía amistad, y el hombre aquel que cada día tenía peor salud, se deprimía en su soledad, se tiraba en su cama casi todo el día metido, y se alimentaba, de queso de oveja y chorizos que tenía comprados hacía tiempo, sin dejar de comer bonito escabechado, eran latas de hacía mucho tiempo tenía guardadas, el pan se lo dejaba un panadero en su portal, que tenía siempre abierto durante el día, Más cada día que pasaba su vida se agotaba, sus pecados de antiguamente le tenían en delirios, y en sus largas noches maldecía su propia vida, al ver que su vida se acababa y sus hijos no venían a verle, El pensaba, en mi juventud el ser machista y maltratador era normal, y los hijos algunos lo copiaron, pero los tres hijos es poco normal que no se acuerden de mí, sabiendo que me muero. Aquella noche de noviembre, el viento azotaba su ventana, de la habitación de la alcoba, y al meterse en la cama aquel hombre mayor se acordó que tenía en su cómoda una botella de coñac, que al comenzar sus delirios la cogió, y agarrándola fuerte gritaba, me voy a morir acompañado de esta botella que jamás me abandono. El hombre llevaba dos días sin comer nada, y al entrar el coñac en su garganta, le parecía el fuego del infierno, pero abrazando la botella, intentaba callar aquellas voces que le criticaban a muerte, el desafío estaba cantado, fueron horas de dolor y olores de alcohol, la guadaña le seguía en su cama, y el hombre intentaba hablar con ella. Más la guadaña no cedía, le pedía cuentas de su vida pasada, de ser un machista maltratador, llamaba a su esposa que le perdonara, pero su final cada vez estaba más cerca, y sobre las seis de la madrugada debió de fallecer, en la más terrible soledad, y presintiendo su culpabilidad, a los tres días las autoridades fueron avisadas, ya que no estaba la puerta abierta, y encontraron aquel hombre en la más absoluta miseria, la muerte le vino a buscar para ajustar cuentas. G X Cantalapiedra.