CUANTOS VIENTOS, CUANTAS NOCHES
Eran tiempos otoñales los que nos daba septiembre, eran jornadas normales lo mismo que por noviembre, Cuantos vientos invernales nos daban las chimeneas, cuantos vientos infernales dejaron grises esperas, Noches de ruidos eternos que temblaban las paredes, sombras de días de invierno que con los años se pierden. La Seca tuvo sus tiempos que los vientos la marcaban, hasta las tejas del templo dicen que alegre volaban. Los adobes fomentaban hastiales que fueron tracas, dicen que solo se usaban para levantar las tapias. El viento dejo sus huellas en corrales y tejados, algunos vieron estrellas al ser su techo dañado. El viento de algunas noches machacaba chimeneas, que nadie las puso broches ni lamento sus viseras. Hierbas que fueron volando por las calles lasecanas, que fueron daño dejando en las vulgares mañanas. Otoños llenos de lluvia que inundaron las bodegas, los manantiales fluían y las huertas se regaban. Vientos venidos del norte que las heladas marcaban, eran del campo un resorte si las viñas se podaban. Cuantos vientos tempraneros a los burros asustaban, cuantas mulas con arados por los caminos andaban. Fueron años de trabajo de ver producir el campo, segadores de leyendas, obreros que fueron santos, Aquellas viñas verdejas, aquellos campos dorados, en aquellas manojeras hasta los niños jugamos. Voy recordando mi infancia, quiero sentir los caballos, no sueño con elegancia ni con los cantos de gallos. Solo siento en mi memoria algunos vientos amargos, que nunca me dieron gloria ni supe de pasos largos. G X Cantalapiedra. 11 – 9 - 2022
Eran tiempos otoñales los que nos daba septiembre, eran jornadas normales lo mismo que por noviembre, Cuantos vientos invernales nos daban las chimeneas, cuantos vientos infernales dejaron grises esperas, Noches de ruidos eternos que temblaban las paredes, sombras de días de invierno que con los años se pierden. La Seca tuvo sus tiempos que los vientos la marcaban, hasta las tejas del templo dicen que alegre volaban. Los adobes fomentaban hastiales que fueron tracas, dicen que solo se usaban para levantar las tapias. El viento dejo sus huellas en corrales y tejados, algunos vieron estrellas al ser su techo dañado. El viento de algunas noches machacaba chimeneas, que nadie las puso broches ni lamento sus viseras. Hierbas que fueron volando por las calles lasecanas, que fueron daño dejando en las vulgares mañanas. Otoños llenos de lluvia que inundaron las bodegas, los manantiales fluían y las huertas se regaban. Vientos venidos del norte que las heladas marcaban, eran del campo un resorte si las viñas se podaban. Cuantos vientos tempraneros a los burros asustaban, cuantas mulas con arados por los caminos andaban. Fueron años de trabajo de ver producir el campo, segadores de leyendas, obreros que fueron santos, Aquellas viñas verdejas, aquellos campos dorados, en aquellas manojeras hasta los niños jugamos. Voy recordando mi infancia, quiero sentir los caballos, no sueño con elegancia ni con los cantos de gallos. Solo siento en mi memoria algunos vientos amargos, que nunca me dieron gloria ni supe de pasos largos. G X Cantalapiedra. 11 – 9 - 2022