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LA SECA: UN DOMINGO DE NIEBLA, LO QUE HACE EL HAMBRE...

UN DOMINGO DE NIEBLA, LO QUE HACE EL HAMBRE
Aquel hombre campesino tuvo su día de suerte, en su caminar sin tino burlo de pronto a la muerte. Eran las nueve de la mañana del año 1948, un domingo del mes de diciembre, con la niebla cubriendo los caminos, y el hambre teniéndole presente. Agarrando un saco con destreza, camino por senderos muy cubiertos por la niebla, que los guardas del campo vigilaban, y este hombre soñó tener alientos, y en su saco remolachas se llevaba. hubo un guarda que escuchaba las pisadas, y con su caballo por barbecho caminaba, más el hombre que cargado suspiraba, durante media hora aquel guarda le engañaba. Caminando entre tierras muy labradas, el caballo del guarda se atascaba, y aquel hombre con su saco no paraba, y en las tapias de una huerta se ocultaba, el guarda galopando fue deprisa, más el hombre de aquel pueblo se salvaba, y llegando a su hogar se vio cumplida esa sería jornada muy marcada. El hambre agudiza a los sentidos, y correr con un saco cargando remolachas, es a veces sentir esos suspiros de una mañana de niebla muy cerrada. Nieblas que llegan desde el Duero, que dicen que a veces no ves nada, es posible que siga el romancero entre lumbres y hogueras marginadas. Aun recuerdo la historia sin pasiones, donde el hambre no sabía de distancia, es posible que sus buenas razones eran notas de ver su vida lacia. Era remolacha azucarera, sus sabores a veces daban calma, en los hornos quedaba de primera cuando el hambre a veces te reclama. Esta historia la sé desde muy niño, y es tan cierta que yo tengo guardada, son leyendas que te hablan del cariño de una etapa llamada marginada. G X Cantalapiedra.