CAMINABA AQUEL ANCIANO
Caminaba aquel anciano soñando siempre despierto, en sus pasos iba dando con el nombre de algún muerto. Se preguntaba sin prisa, donde fueron esos vientos, que nos dejaron la brisa de los malos sentimientos. Caminaba aquel anciano por los campos de Castilla, y nombraba algún hermano que se quedó por su villa. Con la mirada temblando, se miraba sus rodillas, el tiempo se fue pasando, logrando cosas sencillas. Todo el camino soñando, sin esperar maravillas, por detrás iba dejando algunas viejas astillas. Se preguntaba en silencio, ¿a donde se fue mi vida? Y sin poder poner precio temblaba en su despedida. Los caminos de la vida terminan sin darte cuenta, no será ruta elegida ni podrás subir su cuesta. Aquel anciano despierto con la luz de la mañana, no quería ser el muerto viviendo una vida vana. Sombras de viejos caminos, pinos que producen calma, en los sermones divinos dicen que se nota el alma. Los vientos llegan deprisa, quizá regresen mañana, y puedan marcar la brisa con sonido de campana. El anciano va tranquilo, entre grises esperanzas, el final siempre es un filo que arrastra penosas danzas. Sobre las cumbres perfila un brillo de terciopelo, viendo las cepas en fila hoy quiere mirar al cielo. El camino de su casa siempre le ofrece consuelo, aunque su historia la basa en labrar muy bien su suelo. Entra el anciano en su casa como si fuera un cordero, sobre su mente se amasa, quien vera el cielo primero. G X Cantalapiedra.
Caminaba aquel anciano soñando siempre despierto, en sus pasos iba dando con el nombre de algún muerto. Se preguntaba sin prisa, donde fueron esos vientos, que nos dejaron la brisa de los malos sentimientos. Caminaba aquel anciano por los campos de Castilla, y nombraba algún hermano que se quedó por su villa. Con la mirada temblando, se miraba sus rodillas, el tiempo se fue pasando, logrando cosas sencillas. Todo el camino soñando, sin esperar maravillas, por detrás iba dejando algunas viejas astillas. Se preguntaba en silencio, ¿a donde se fue mi vida? Y sin poder poner precio temblaba en su despedida. Los caminos de la vida terminan sin darte cuenta, no será ruta elegida ni podrás subir su cuesta. Aquel anciano despierto con la luz de la mañana, no quería ser el muerto viviendo una vida vana. Sombras de viejos caminos, pinos que producen calma, en los sermones divinos dicen que se nota el alma. Los vientos llegan deprisa, quizá regresen mañana, y puedan marcar la brisa con sonido de campana. El anciano va tranquilo, entre grises esperanzas, el final siempre es un filo que arrastra penosas danzas. Sobre las cumbres perfila un brillo de terciopelo, viendo las cepas en fila hoy quiere mirar al cielo. El camino de su casa siempre le ofrece consuelo, aunque su historia la basa en labrar muy bien su suelo. Entra el anciano en su casa como si fuera un cordero, sobre su mente se amasa, quien vera el cielo primero. G X Cantalapiedra.