LA SECA: AQUEL HOMBRE QUE HABLABA CONSIGO MISMO...

AQUEL HOMBRE QUE HABLABA CONSIGO MISMO
Aquel hombre de La Castilla Profunda, que hablaba consigo mismo, en sus horas de silencio, se preguntaba por su futuro, nunca recibía contestación, pero el solo se la imaginaba, era cada día que amanecía siempre distinto, en sus preguntas se dejaba notar su soltería. Andaba desde hace muchos años buscando una esposa, pero no cualquiera, sino una mujer que supiera llevar bien su casa, sin ser derrochona, ni mujer demasiada exigente, con mucho respeto al prójimo, y sabiendo definir las diferentes etapas de la vida. Esta persona andaba rondando los setenta años de edad, era un hombre agricultor, pero no torpe ni celoso, si cauteloso, y sin abrirse a los demás vecinos, se ocultaba sus secretos, en un blog de notas, donde día a día, iba escribiendo su presente, y sin temer mucho al futuro, ni a su muerte. Dialogaba con el mismo, y discutía en su dormitorio, por frases escuchadas que no le agradaban nada, sin salir de su tierra era difícil lograr su propósito, pero no le importaba demasiado seguir soltero, mientras tuviera dinero suficiente, para poder pagar a una señora de su localidad, que le limpiaba su domicilio, sin ningún problema.
Una mañana en el paseo que se daba hasta salir al campo, se encontró con su amigo de toda la vida, pero casado y con familia casi numerosa, entre los dos surgió el comentario, se explicaban los gastos que el hombre casado tenía con esa familia tan grande, y el hombre soltero comentaba, me siento libre de gastos innecesarios, de regalar a mis nietos por cumpleaños y otras fiestas, casi mi pensión de agricultor, creo que soy un hombre libre y afortunado. El hombre casado le comento, mirándolo así tienes razón, pero el día que te mueras, no te llevaran en hombros, ni caerán una lagrima por ti. El hombre soltero le contesto: Eso ya ni tú ni yo lo veremos, será un pensamiento que nos le llevaremos al otro mundo, sin saber si nos lloraron o nos heredaron: Todo pasará y no seremos testigos, tan solo lo presentimos, que es lo mismo que no saber nada. La soledad que vivo en el momento actual, meda mucho que pensar, y solo pienso en seguir mi camino, sin poner ningún remedio, habló con Satanás, y la verdad que no le tengo demasiado miedo, cuando quiero hablar con el representante de dios, no encuentro a nadie que se ponga delante de mí, para poder discutir mi mañana. Qué no lo tengo nada fácil, solo sé que caminamos por un camino sin retorno, donde nuestros antepasados se marcharon, y nunca volvieron a dejarnos ninguna información sobre lo que nos espera. Los dos hombres antiguos amigos, se hicieron los cargos, y caminaron de regreso hasta su villa, donde cada cual marchó a su vivienda, sin poder aclarar las mismas dudas, amargas y oscuras, que tienen siempre toda singladura, de cualquier humano que se resista a ser engañado, por diferentes promesas, que no se pueden ver si son realidad. G X Cantalapiedra.