ERAN TIEMPOS DE LETUARIOS Y ARROPE, la verdadera historia de La Seca.
Aquellos años sentidos entre los agricultores, donde se vieron queridos los motivos productores. Dulces que fueron dejando sabores que no se olvidan, los niños fuimos contando lo que las mentes bien cuidan. El arrope con su mosto y trozos de calabaza, nos hicieron ver agosto con muchísima esperanza. El dulce de letuario que postre más exquisito, sin verlo jamás calvario le vimos bueno y bonito. Remolacha azucarera, en los hornos panaderos, era postre de primera en los hogares de obreros. Que costumbres más golosas tuvo mi Villa querida, eran las horas dichosas de aquella tierra elegida. Sin olvidar la raíces de la Villa lasecana, olvidamos cicatrices haciendo la vida sana. Tiempos de pan con aceite con azúcar diluido, siendo persona decente era un sueño permitido. En los buenos melonares se pasaban muchas horas, eran los buenos lugares donde gigantas afloran. Que tiempos más esperados los de las grandes vendimias, eran sueños encantados donde nadie buscó rimas. Los dulces de nuestra tierra que fueron costumbres sanas, dicen que todo se entierra en las fincas castellanas. Los letuarios son dulces en restaurantes famosos, en Israel a diario les nombran por ser famosos. Hay lugares por el mundo que presumen de su encanto, en La Seca es un absurdo que solo produce espanto. Los lamentos de la tierra al perder sus facultades, el arrope con el mosto arreglo muchos hogares, Castellanos que inmigraron por diferentes destinos, muchos de ellos se acordaron de aquellos postres divinos. Sin pensar en vanidades ni en conservas de otros signos, debemos vivir verdades no solo de buenos vinos. Arrope en el mes de octubre con muchas horas al fuego, siempre atendiendo a la lumbre sin tener que hacer un ruego. Aquellos grandes pucheros llenos del dulce de arrope, con el calor del brasero y con el sabor a tope. No perdamos las raíces, si soñamos con senderos, la Seca tuvo sus dulces sin gestos aventureros. Tradiciones de esa tierra cultivando letuarios, algo mi memoria encierra que nunca fueron calvarios. G X Cantalapiedra.
Aquellos años sentidos entre los agricultores, donde se vieron queridos los motivos productores. Dulces que fueron dejando sabores que no se olvidan, los niños fuimos contando lo que las mentes bien cuidan. El arrope con su mosto y trozos de calabaza, nos hicieron ver agosto con muchísima esperanza. El dulce de letuario que postre más exquisito, sin verlo jamás calvario le vimos bueno y bonito. Remolacha azucarera, en los hornos panaderos, era postre de primera en los hogares de obreros. Que costumbres más golosas tuvo mi Villa querida, eran las horas dichosas de aquella tierra elegida. Sin olvidar la raíces de la Villa lasecana, olvidamos cicatrices haciendo la vida sana. Tiempos de pan con aceite con azúcar diluido, siendo persona decente era un sueño permitido. En los buenos melonares se pasaban muchas horas, eran los buenos lugares donde gigantas afloran. Que tiempos más esperados los de las grandes vendimias, eran sueños encantados donde nadie buscó rimas. Los dulces de nuestra tierra que fueron costumbres sanas, dicen que todo se entierra en las fincas castellanas. Los letuarios son dulces en restaurantes famosos, en Israel a diario les nombran por ser famosos. Hay lugares por el mundo que presumen de su encanto, en La Seca es un absurdo que solo produce espanto. Los lamentos de la tierra al perder sus facultades, el arrope con el mosto arreglo muchos hogares, Castellanos que inmigraron por diferentes destinos, muchos de ellos se acordaron de aquellos postres divinos. Sin pensar en vanidades ni en conservas de otros signos, debemos vivir verdades no solo de buenos vinos. Arrope en el mes de octubre con muchas horas al fuego, siempre atendiendo a la lumbre sin tener que hacer un ruego. Aquellos grandes pucheros llenos del dulce de arrope, con el calor del brasero y con el sabor a tope. No perdamos las raíces, si soñamos con senderos, la Seca tuvo sus dulces sin gestos aventureros. Tradiciones de esa tierra cultivando letuarios, algo mi memoria encierra que nunca fueron calvarios. G X Cantalapiedra.