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LA SECA: CUENTAN LAS VIEJAS LEYENDAS CASTELLANAS...

CUENTAN LAS VIEJAS LEYENDAS CASTELLANAS
Eran años muy plomizos, donde los niños jugaban, algunos con tirachinas que ciertas gomas formaban. Siempre jugando en las calles siempre soñando esperanzas, cada cual con sus detalles entre gritos de templanzas. Una pelota de tela incluso con mucha lana, algún zapato de suela y con pantalón de pana. Todos los juegos valían, eran libres las palabras que a veces se confundían entre las limpias bravatas. Aros de hierro fundido y lo mismo de hojalata, nunca se vieron vencidos aunque daban mucha lata. Jugaban mucho en las eras con acémilas cansadas, los trillos eran esperas de las parvas no trilladas. Niños jugando tranquilos los padres les esperaban, luego después de la cena a la calle se marchaban. Sin temores ni cansancios, jugaban alguna taba, dicen que los más mayores hasta le plaza bajaban. Eran niños juguetones, que soñaban nueva danza, miraban en sus rincones para alegrar la tardanza. Aquellos niños de entonces que comieron remolacha, era dulce azucarera de la que jamás empacha. Niños libres de complejos que supieron de alpargatas, que nada lo vieron lejos y anduvieron siempre a gatas. Los burros de los vecinos eran toros de arrogancia, y escuchando libres trinos conocieron la distancia. Cuentan las viejas leyendas de la tierra lasecana, que fueron pisando sendas desde su edad más temprana. Leyendas que van gritando en las más bellas mañanas, que nunca fueron llorando y adoraban las campanas. Niños de zapatos rotos, niños con ciertas albarcas, niños que rompieron cotos mientras ataban alpacas. Hablan las viejas leyendas de trigales y besanas, y de caballos con riendas tirando de las tartanas, Fueron niños que jugaron con trozo de teja vana, y hasta San Roque llegaron queriendo ver el mañana. Sin lujos ni bendiciones, como por su tierra llaman, siguieron las tradiciones que aquellos tiempos proclaman. Eran niños Lasecanos que con una edad temprana, se subieron a los carros madrugando en la mañana. Sin juguetes ni caprichos, tan solo la escuela y basta, les hablaron de los bichos de alguna penosa casta. Algún niño divertido subiendo llegó a La Granja, donde una Cruz de madera, era signo de constancia. Plazas que fueron famosas, donde los niños jugaban, con sus fuentes tan dichosas donde el agua acarreaban. Aquellos niños de entonces que soñaron esperanza, después soltaron las voces queriendo imponer su danza. Lasecanos de esa tierra, con viñas muy bien cuidadas, en su memoria se encierra muchas de aquellas jornadas. Cuando los virus azotan, no sé si de madrugada, muchas memorias hoy flotan sobre la infancia pasada. Acémilas con los carros, las uvas son transportadas, en los caminos con barros ellas se sienten manchadas. Los caminos de La Seca supieron ver la alborada, con aquel tiempo de tecla la infancia fue marginada. No vale gritar al viento, las voces están cansadas, aquellos años de aliento son jornadas añoradas. Cuentan la viejas leyendas de las penas enjauladas, y de las penosas sendas con mujeres trabajadas. Niños que guardan recuerdos, vidas que siguen marcadas, aquellos niños hoy cuerdos no olvidaron sus andadas. G X Cantalapiedra. 30 de marzo de 2020.