ENCUENTRO DE QUINTOS/AS DEL 1948
CUENCA DE CAMPOS - 6 DICIEMBRE 2008
Queridos amigos y paisanos:
Permitidme unas palabras al final de esta comida de hermandad, palabras de agradecimiento a los organizadores de este evento. ¡Ha sido una feliz idea!
Porque nos habéis hecho retroceder a la infancia, a los primeros recuerdos que son los más tiernos, los más bonitos, los más queridos y los que nunca se olvidan.
Hoy todos nos volvemos niños y niñas. Esos niños y niñas que correteaban por estas calles, por la plaza, por San Justo, San Mamés, San Juan, la Corredera… Que subíamos al Conjuradero, nuestro “monte”, que nos acercábamos a la laguna, nuestro “mar” y que íbamos hasta el pino, nuestro “árbol”.
Hoy somos esos niños y niñas que jugaban a los cromos, a las canicas, a las chapas, a las tabas, al truque y a la comba, que corríamos el aro, jugábamos con la piuca y aprendíamos a montar en bicicleta.
Esos niños y niñas que íbamos con el cabás a la escuela de Don Felicísimo y Doña Mercedes y algunos, también, a la del Señor Joaquín.
Esos niños y niñas que disfrutábamos con tantas fiestas como antes había, recuerdo las de San José, San Isidro, la Virgen del Carmen, el Cristo, todas con su cofradía, pendón y estandarte, y nos traían los músicos de Castroverde para amenizar el baile y, de paso, amenizar también a las gentes austeras de este pueblo, que sólo escuchaban la radio.
Mención aparte merece la fiesta de San Bernardino, nuestro patrón, el gran día de Cuenca: traje de fiesta, ilusión, fuegos artificiales, romería, misa y sermón, avellanas y limonada, forasteros, propinas… Días de alegría y convivencia en torno al santo franciscano de Siena.
Hoy todos nosotros nos convertimos en aquellos niños y niñas que comprábamos el pirulí a la Sra. Paula, las lechugas en la huerta de Loreto, el atún y los arenques en la tienda de Tiano, velas y otros productos an cá Jandro.
Somos esos niños y niñas que veíamos llegar al Toresano con las sabrosas frutas de su huerto, y a Luis “Pipa” y su hermana Concha que nos servían a domicilio la rica pescadilla y el buen congrio.
Niños y niñas con recuerdos de sabañones en los fríos inviernos, amortiguados con el brasero reciclado de las latas de caballa, con recuerdos de calores estivales arrancando las lentejas y trillando las mieses en la era, aunque esto último era más bien una diversión y un juego en aquellas edades.
También recuerdo con cariño a las Clarisas del Convento, donde estuvieron mis tías Nati y María; el convento, uno de los edificios emblemáticos de Cuenca, y punto de referencia para muchos de nosotros. Y junto al convento, Erundina, la fiel demandadera y madre de Carmina, nuestra quinta y organizadora de este Encuentro. ¡Gracias, Carmina, por tu trabajo!
Y ya que “con la Iglesia hemos topado”, amigos quintos, un recuerdo de gratitud para los sacerdotes que conocimos en aquellos años de nuestra infancia: a Don Gregorio, a quien despedimos siendo muy niños, en su traslado a Olmedo (y cosas de la vida, a él se debe el que yo pueda estar hoy aquí, con los quintos del 48 de Cuenca).
Don Francisco, hombre joven, serio y cercano a la vez, que promovió un novedoso equipo de monaguillos, del que formamos parte algunos de nosotros, un equipo muy organizado, jerárquico, con presidente y secretario, y hasta con su calendario laboral.
Y Don Manuel, campechano y amante de las excursiones en bici. Fue párroco de larga duración.
***********************
En aquellos años de nuestra infancia, Cuenca era un pueblo muy completo y muy bien abastecido.
En cuanto a las actividades laborales, destacaban los sectores agrícola, industrial, artesanal, servicios y oficios varios.
La mayor parte de las familias vivían del campo, bien como propietarios de las tierras o como obreros, dedicados a los cereales y legumbres, que eran la base de la economía tanto de Cuenca como de los pueblos de esta comarca de Tierra de Campos.
En el sector industrial contábamos con dos fábricas de gaseosas, las de Félix y Teodoro; dos fraguas: regentadas por Cirilo y Terenciano, artesanos y artistas con el fuego.
En el sector servicios, destacaba el Holding de Teodoro “el confitero” con tienda, fábrica de gaseosas, y salón multiusos: bar, cine, baile, sala de lectura, sala de juegos y donde yo vi por primera vez la televisión.
La actividad laboral se completaba con una gran variedad de oficios, entre los que recuerdo estos:
-Guarnicionero y herrador: Emigdio
-Capador: Jerónimo, padre de nuestro compañero Santiago
-Zapatero: Pascual
-Cartero: Agripino, el “Google” de la época. Te traía todas las noticias.
Estos cuatro primeros forman el equipo de San Juan.
Y también teníamos:
-Peluquero y Practicante: Don Pablo, padre de nuestra compañera Mª Carmen.
-Guarda: Julián
- Jefe de estación: Paco, controlador del añorado “tren burra”.
-Alguacil: Carrete, músico polifacético: tocaba la trompeta y el tambor.
-Sacristán: Don Joaquín “profesor de toque y repique de campanas”.
-Carpintero: el Sr. Santos, el artista de la madera.
-Carnicero: Tirso, y su versión taurina, haciendo de matarife.
-Pastores: Quirino, Moisés….
-Albañiles: como Pavolo…..
-Carretero
…. Y otros más que se han quedado en mi frágil memoria.
Ya no os voy a cansar más. Espero que estos recuerdos nos sirvan a todos para revivir los felices años ´50.
Y para terminar, sí quiero que gritéis conmigo:
¡VIVAN LOS QUINTOS Y QUINTAS DEL 48!
¡VIVA CUENCA!
¡VIVA SAN BERNARDINO!
Manuel Crespo Ortega
CUENCA DE CAMPOS - 6 DICIEMBRE 2008
Queridos amigos y paisanos:
Permitidme unas palabras al final de esta comida de hermandad, palabras de agradecimiento a los organizadores de este evento. ¡Ha sido una feliz idea!
Porque nos habéis hecho retroceder a la infancia, a los primeros recuerdos que son los más tiernos, los más bonitos, los más queridos y los que nunca se olvidan.
Hoy todos nos volvemos niños y niñas. Esos niños y niñas que correteaban por estas calles, por la plaza, por San Justo, San Mamés, San Juan, la Corredera… Que subíamos al Conjuradero, nuestro “monte”, que nos acercábamos a la laguna, nuestro “mar” y que íbamos hasta el pino, nuestro “árbol”.
Hoy somos esos niños y niñas que jugaban a los cromos, a las canicas, a las chapas, a las tabas, al truque y a la comba, que corríamos el aro, jugábamos con la piuca y aprendíamos a montar en bicicleta.
Esos niños y niñas que íbamos con el cabás a la escuela de Don Felicísimo y Doña Mercedes y algunos, también, a la del Señor Joaquín.
Esos niños y niñas que disfrutábamos con tantas fiestas como antes había, recuerdo las de San José, San Isidro, la Virgen del Carmen, el Cristo, todas con su cofradía, pendón y estandarte, y nos traían los músicos de Castroverde para amenizar el baile y, de paso, amenizar también a las gentes austeras de este pueblo, que sólo escuchaban la radio.
Mención aparte merece la fiesta de San Bernardino, nuestro patrón, el gran día de Cuenca: traje de fiesta, ilusión, fuegos artificiales, romería, misa y sermón, avellanas y limonada, forasteros, propinas… Días de alegría y convivencia en torno al santo franciscano de Siena.
Hoy todos nosotros nos convertimos en aquellos niños y niñas que comprábamos el pirulí a la Sra. Paula, las lechugas en la huerta de Loreto, el atún y los arenques en la tienda de Tiano, velas y otros productos an cá Jandro.
Somos esos niños y niñas que veíamos llegar al Toresano con las sabrosas frutas de su huerto, y a Luis “Pipa” y su hermana Concha que nos servían a domicilio la rica pescadilla y el buen congrio.
Niños y niñas con recuerdos de sabañones en los fríos inviernos, amortiguados con el brasero reciclado de las latas de caballa, con recuerdos de calores estivales arrancando las lentejas y trillando las mieses en la era, aunque esto último era más bien una diversión y un juego en aquellas edades.
También recuerdo con cariño a las Clarisas del Convento, donde estuvieron mis tías Nati y María; el convento, uno de los edificios emblemáticos de Cuenca, y punto de referencia para muchos de nosotros. Y junto al convento, Erundina, la fiel demandadera y madre de Carmina, nuestra quinta y organizadora de este Encuentro. ¡Gracias, Carmina, por tu trabajo!
Y ya que “con la Iglesia hemos topado”, amigos quintos, un recuerdo de gratitud para los sacerdotes que conocimos en aquellos años de nuestra infancia: a Don Gregorio, a quien despedimos siendo muy niños, en su traslado a Olmedo (y cosas de la vida, a él se debe el que yo pueda estar hoy aquí, con los quintos del 48 de Cuenca).
Don Francisco, hombre joven, serio y cercano a la vez, que promovió un novedoso equipo de monaguillos, del que formamos parte algunos de nosotros, un equipo muy organizado, jerárquico, con presidente y secretario, y hasta con su calendario laboral.
Y Don Manuel, campechano y amante de las excursiones en bici. Fue párroco de larga duración.
***********************
En aquellos años de nuestra infancia, Cuenca era un pueblo muy completo y muy bien abastecido.
En cuanto a las actividades laborales, destacaban los sectores agrícola, industrial, artesanal, servicios y oficios varios.
La mayor parte de las familias vivían del campo, bien como propietarios de las tierras o como obreros, dedicados a los cereales y legumbres, que eran la base de la economía tanto de Cuenca como de los pueblos de esta comarca de Tierra de Campos.
En el sector industrial contábamos con dos fábricas de gaseosas, las de Félix y Teodoro; dos fraguas: regentadas por Cirilo y Terenciano, artesanos y artistas con el fuego.
En el sector servicios, destacaba el Holding de Teodoro “el confitero” con tienda, fábrica de gaseosas, y salón multiusos: bar, cine, baile, sala de lectura, sala de juegos y donde yo vi por primera vez la televisión.
La actividad laboral se completaba con una gran variedad de oficios, entre los que recuerdo estos:
-Guarnicionero y herrador: Emigdio
-Capador: Jerónimo, padre de nuestro compañero Santiago
-Zapatero: Pascual
-Cartero: Agripino, el “Google” de la época. Te traía todas las noticias.
Estos cuatro primeros forman el equipo de San Juan.
Y también teníamos:
-Peluquero y Practicante: Don Pablo, padre de nuestra compañera Mª Carmen.
-Guarda: Julián
- Jefe de estación: Paco, controlador del añorado “tren burra”.
-Alguacil: Carrete, músico polifacético: tocaba la trompeta y el tambor.
-Sacristán: Don Joaquín “profesor de toque y repique de campanas”.
-Carpintero: el Sr. Santos, el artista de la madera.
-Carnicero: Tirso, y su versión taurina, haciendo de matarife.
-Pastores: Quirino, Moisés….
-Albañiles: como Pavolo…..
-Carretero
…. Y otros más que se han quedado en mi frágil memoria.
Ya no os voy a cansar más. Espero que estos recuerdos nos sirvan a todos para revivir los felices años ´50.
Y para terminar, sí quiero que gritéis conmigo:
¡VIVAN LOS QUINTOS Y QUINTAS DEL 48!
¡VIVA CUENCA!
¡VIVA SAN BERNARDINO!
Manuel Crespo Ortega