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CUENCA DE CAMPOS: CASTILLA TE QUIERO (Continuación)...

CASTILLA TE QUIERO (Continuación)
(Francisco Nieva, Académico)

....... El gran vuelco de la civilización industrial hace que muchos de estos pueblos parezcan el erosionado despojo de algún burgo mesopotámico. Ya no hay escuela ni botica, ni taberna, ni cura. Como se ha caído la espadaña de la iglesia, las cigüeñas no hacen más su nido allí. El aire puro y frío acaricia esa ruina entrañable. En la iglesia, que se resquebraja, hay a veces un impresionante retablo de la imaginería castellana de una formal belleza renacentista y barroca que corta la respiración.

En fin, ya lo hemos conseguido. Los niños ya no harán más teatro en los corrales, pidiendo como precio de entrada unos cartones de cerillas o una perra chica. Las lechuzas del campanario no les asustarán más de noche, ni escucharán cuentos de bandidos ni jotas picarescas. Ya no irán ni vendrán las beatas a la ermita del santo. Ya no hay santo allí, porque la ermita se hundió y se lo han llevado a otra parte; en ocasiones a un museo. Ya no cantan los gallos, porque no hay gallos ni gallinas a causa de las granjas industriales. Ya se disuelve en la arterioesclerosis de los viejos la pequeña historia del pueblo.

Quedan los chopos solemnes, al borde del camino, como almas acusadoras. Qué dulce y lírica muerte la de estos pueblos; qué hermosas cabezas, que parecen talladas por Juan de Juni, la de esos escasos habitantes aguantando el chaparrón aniquilador. Hablan directa y concisamente, sin recovecos resentidos ni urdidores. Ofrecen el asilo de su casa y su pausada conversación como príncipes dueños de su destino. Ya mueren en los centros asistenciales de las grandes ciudades, y el cementerio, chiquito, invadido por cardos belicosos y tristes, sólo acoge a algunos ancianos muertos de repente. El cierzo y el céfiro- palabras que parecen personajes de auto sacramental- se llevan para siempre historias y leyendas.

Después de visitar la iglesia de Capillas, en la provincia de Palencia, hundo la mano en la seca pila del agua bendita, presiono con los dedos en el fondo, quiero catalizar con mis yemas las esperanzas de esas gentes desaparecidas que han ido forjando mi lengua y mi ética por mucho Alfred Harry que se haya cruzado en mi camino, Y, a lo mejor, quizá por eso. Muertos de mi tierra, acompañadme en este segundo tramo de mi vida; espíritus flotantes, imbuidme de vuestras mismas ansias de perdurar; alguien tendrá que defenderos, después de haber creado tanto, después de haber imaginado un país, una literatura y un arte, todo lo discutibles que se quieran, pero tan reales. No creo que se vaya a olvidar eso tan pronto, digo yo.

Es para desesperarse de la ideología tópica que contamina a los “intelectuales” de este país; con instinto gregario y borreguil se meten en unos pastos de irrealidad que uno se pregunta si no se habrán vuelto locos. En otros países, las modas intelectuales son menos generales. Hay que ver la de reproches estúpidos que el concepto de Castilla ha tenido que sufrir en estos últimos tiempos. Somos la raza culpable y cainita por excelencia, unos embrutecedores de culturas paradisíacas y qué sé yo cuántas cosas desagradables más..... (Continuará)