>> En aquellos años la vida en los pueblos era muy dura, las jornadas, arando los campos o bien guardando el ganado, eran muy largas, de sol a sol, y la alimentación más bien escasa, precaria; el ganado lanar, las ovejas, no entienden de domingos, vacaciones, ni fiestas de guardar, había que dedicarles los 365 días del año, llueva o nieve, haga frío o calor, y en la época de parto del ganado, generalmente los meses de invierno, había que entregarse a ello todavía un poco más, haciendo visitas nocturnas a las parideras, coincidiendo con dichos partos de las ovejas. Esos desplazamientos solían ser del pueblo a la Matilla y viceversa, lugar éste donde estaban ubicadas la mayoría de las parideras, allí, al abrigo del monte invernaban los ganados y parían las ovejas. Pues bien, ese recorrido de unos tres kilómetros, *Camino de la Matila, había que hacerlo también por la noche, a las tantas, andando sobre un maltrecho camino, embarrado totalmente en los inviernos y con abundante piedra rodada, con nieve, agua y hielo en la mayoría de los casos... Que tiempos aquellos, por todas esas penurias y otras muchas, pasaban, cada temporada, nuestros padres y abuelos, pero tenían tan asumido su trabajo y responsabilidad, que no acostumbraban a lamentarse ante nadie por esas penalidades ya que todos, más o menos, se encontraban en una situación similar. -. Vayan estos comentarios como un pequeño homenaje de reconocimiento, respeto, cariño y admiración hacía todos esos padres y abuelos. (*) El Camino de la Matilla, el que ahora conocemos, se construyó en los años 70 coincidiendo con la parcelación realizada en el pueblo, también se construyó, en los mismos años, parte del Camino de la Muela, tramo que va desde la Fuente los Caños hasta la Lastra."> >> En aquellos años la vida en los pueblos era muy dura, las jornadas, arando los campos o bien guardando el ganado, eran muy largas, de sol a sol, y la alimentación más bien escasa, precaria; el ganado lanar, las ovejas, no entienden de domingos, vacaciones, ni fiestas de guardar, había que dedicarles los 365 días del año, llueva o nieve, haga frío o calor, y en la época de parto del ganado, generalmente los meses de invierno, había que entregarse a ello todavía un poco más, haciendo visitas nocturnas a las parideras, coincidiendo con dichos partos de las ovejas. Esos desplazamientos solían ser del pueblo a la Matilla y viceversa, lugar éste donde estaban ubicadas la mayoría de las parideras, allí, al abrigo del monte invernaban los ganados y parían las ovejas. Pues bien, ese recorrido de unos tres kilómetros, *Camino de la Matila, había que hacerlo también por la noche, a las tantas, andando sobre un maltrecho camino, embarrado totalmente en los inviernos y con abundante piedra rodada, con nieve, agua y hielo en la mayoría de los casos... Que tiempos aquellos, por todas esas penurias y otras muchas, pasaban, cada temporada, nuestros padres y abuelos, pero tenían tan asumido su trabajo y responsabilidad, que no acostumbraban a lamentarse ante nadie por esas penalidades ya que todos, más o menos, se encontraban en una situación similar. -. Vayan estos comentarios como un pequeño homenaje de reconocimiento, respeto, cariño y admiración hacía todos esos padres y abuelos. (*) El Camino de la Matilla, el que ahora conocemos, se construyó en los años 70 coincidiendo con la parcelación realizada en el pueblo, también se construyó, en los mismos años, parte del Camino de la Muela, tramo que va desde la Fuente los Caños hasta la Lastra.">