ERAN DURAS LAS FRÍAS MADRUGADAS,
Aquel hombre mayor estaba avisado de lo que podría ser su futuro, su única nuera le dejó un comentario que fue como una sentencia, en esas palabras este hombre pensaba y se daba cuenta de como podría ser su final en esta vida. “No cuente que le voy atender cuando no pueda valerse, vaya buscando una residencia de mayores”, Aquellas palabras eran como una ley en sus noches de frío, este hombre viudo desde hacía un año, veía que cada día se notaba peor, el reuma y la artrosis avanzaban a pasos gigantes, algunas mañanas para vestirse se veía impotente, incluso pensó en quitarse la vida, más le faltaba valor, no era capaz de matar una hormiga, y aquella mañana fría de algún grado bajo cero, intento estar convencido de su futuro, se acercó hasta la Residencia de su lugar de origen, y quiso saber cuánto le costaría su mensualidad de vivir allí, El hombre se hecho sus cuentas, y con su pensión y sus ahorros y alguna propiedad pequeña vendiéndola podría aguantar varios meses, El hombre caminó por su población, se notaba cansado y deprimido, por fin pensó que seria su solución momentánea, hablo con la dirección de dicha Residencia, y pronto tuvo la suerte de poder entrar allí como residente, en aquel ambiente conocía alguna persona que tenía cierta relación con él, y pronto se adapto a su forma de vida nueva, Una señora que trabajaba en ese lugar cuidando a los mayores, le indico que medicina o cosa natural le vendría bien para sus males, Leche hirviendo con canela y miel y respirar su vapor durante dos minutos cada vez que lo tomase, él hombre no comunico a su hijo dicha decisión, ya que quizá no le gustaría el ver a su padre en dicho establecimiento. Y un día al visitar el domicilio que era de sus padres, se dio cuenta que no residía en dicho piso, el hijo intento lograr una explicación, y llamó por teléfono a su padre, este le contestó creo que hice lo mejor para todos, no quiero ser el culpable de una separación entre vosotros, aquí esperaré a que me venga la muerte a llamar, para irme a buscar a tu madre, y a la mía que fue una santa, El hijo se quedó sin saber que contestar, más era lo mejor que pudo hacer este hombre mayor con la cabeza en buen estado, La vida es una escuela que nos deja a cada cual en su sitio, y con la vara que mides serás medido, no sirven lamentaciones cuando el destino pudiera ser amargo.
G X Cantalapiedra.
Aquel hombre mayor estaba avisado de lo que podría ser su futuro, su única nuera le dejó un comentario que fue como una sentencia, en esas palabras este hombre pensaba y se daba cuenta de como podría ser su final en esta vida. “No cuente que le voy atender cuando no pueda valerse, vaya buscando una residencia de mayores”, Aquellas palabras eran como una ley en sus noches de frío, este hombre viudo desde hacía un año, veía que cada día se notaba peor, el reuma y la artrosis avanzaban a pasos gigantes, algunas mañanas para vestirse se veía impotente, incluso pensó en quitarse la vida, más le faltaba valor, no era capaz de matar una hormiga, y aquella mañana fría de algún grado bajo cero, intento estar convencido de su futuro, se acercó hasta la Residencia de su lugar de origen, y quiso saber cuánto le costaría su mensualidad de vivir allí, El hombre se hecho sus cuentas, y con su pensión y sus ahorros y alguna propiedad pequeña vendiéndola podría aguantar varios meses, El hombre caminó por su población, se notaba cansado y deprimido, por fin pensó que seria su solución momentánea, hablo con la dirección de dicha Residencia, y pronto tuvo la suerte de poder entrar allí como residente, en aquel ambiente conocía alguna persona que tenía cierta relación con él, y pronto se adapto a su forma de vida nueva, Una señora que trabajaba en ese lugar cuidando a los mayores, le indico que medicina o cosa natural le vendría bien para sus males, Leche hirviendo con canela y miel y respirar su vapor durante dos minutos cada vez que lo tomase, él hombre no comunico a su hijo dicha decisión, ya que quizá no le gustaría el ver a su padre en dicho establecimiento. Y un día al visitar el domicilio que era de sus padres, se dio cuenta que no residía en dicho piso, el hijo intento lograr una explicación, y llamó por teléfono a su padre, este le contestó creo que hice lo mejor para todos, no quiero ser el culpable de una separación entre vosotros, aquí esperaré a que me venga la muerte a llamar, para irme a buscar a tu madre, y a la mía que fue una santa, El hijo se quedó sin saber que contestar, más era lo mejor que pudo hacer este hombre mayor con la cabeza en buen estado, La vida es una escuela que nos deja a cada cual en su sitio, y con la vara que mides serás medido, no sirven lamentaciones cuando el destino pudiera ser amargo.
G X Cantalapiedra.