Compramos energía a futuro

EL BURGO DE OSMA: EN LA SOLEDAD DE LA MUERTE...

EN LA SOLEDAD DE LA MUERTE
Aquella noche del mes de octubre, había fallecido su padre, y el hijo soltero y bastante loco en su vida normal, aunque su padre le trato de llevar por el buen camino, dándole consejos y dinero para que emprendiera una vida de persona decente, se dio cuenta que su padre ya no estaría ahí para reprenderle, ni darle buenas palabras, aquella noche estando el hijo acompañando a su padre en el tanatorio, le aparecían sombras difíciles de poder evitar, sobre las paredes blancas de aquella sala con su cristalera, notaba ciertas sombras que le ponían nervioso, era como cuando en su juventud de iniciado en la droga, le aparecían esos momentos del síndrome de abstinencia, fue una noche que aunque estuvo con más familiares, parecía estar solo, con una soledad que le pedía cuentas. Y no podía quitarse de la cabeza aquellos días negros que solo estuvo para desearse a sí mismo la muerte, Aquella noche que su padre fue incinerado, en su casa que era un piso en un bloque de viviendas, la noche le puso contra el mismo, en su mente viendo al padre pedirle cuentas, hablarle de su maldita adición, de mirar sus manos como se hacían viejas antes de tiempo, y su dentadura toda postiza ya que se le fueron cayendo todos los dientes incluidas sus muelas, Era una noche de las que él mismo se juzgaba, de ver las barbaridades que había hecho, de ver el dinero quemado en poder pasar el “mono” como dicen los drogatas, y dejar a su madre con disgustos diarios, hasta que la mujer sufriendo al no poder enmendar a su hijo falleció, ahora el padre se había marchado, y la soledad más horrible estaba en su dormitorio, sin poder evitar esa tragedia, hasta pensó quitarse la vida, más era un momento difícil, él se pensaba que estaba curado de sus malditas adiciones, pero aquella noche su padre le estaba hablando en su conciencia, le comentaba como se le había ido toda su juventud quemando la salud y el dinero de su familia, era imposible volver atrás, no podía romper su pasado y dejarlo de lado, hasta pensó levantarse de la cama para ir a pedir cuentas al “camello” que le vendía su maldita mercancía de la muerte. El hombre quería callar a su padre, pero le resultaba imposible, llegó a tener la luz del dormitorio encendida, para evitar esas sombras nocturnas que le estaban machacando, no pudo evitarlo, sobre su mente seguía volando todo un cumulo de consejos que nunca quiso escuchar, esa noche seria quizá la primera que le daba la razón a su padre, que se compadecía de la mala vida que la dio a su madre, todo el pasado se le presentaba, temblaba de miedo, la soledad le seguía acompañando, y el resto de la noche hasta llegar la madrugada aquel día fría, no podía estar tranquilo, era superior a su fuerza, incluso se notaba con sus brazos llenos de pinchazos de ese polvo que te lleva a la locura y que llaman heroína, después sin tardar demasiado tiempo la guadaña de la muerte vino a buscarle, Comentan que unos días más tarde se presentó en su casa. Al ver que no tenía dinero ni para comer, y que los “camellos” le asustaban de vez en cuando llamándole de todo menos bonito. La noche y su soledad le acompañaban con olores de podredumbre y martirizando su mente, Aquella triste noche de la visita de la guadaña era en diciembre, su casa estaba fría y sin nadie que acudiera a su socorro, en la cama desesperado y maldiciendo haber nacido, se despedía de esta vida entre sudores fríos y fuego en algunos lugares de su cuerpo, debió de ser terrible el acabar tan mala situación, después de varios días los vecinos comunicaron su desaparición, se le encontraron semi desnudo y con sangre seca por su boca. Final duro que ningún humano normal hubiera deseado para morir. G X Cantalapiedra.