AQUEL LABRADOR MACHISTA
Hace setenta años, un labrador que con cuarenta y cinco años seguía soltero, al ver que su madre viuda se sentía cansada y mayor, la madre le decía a diario que se buscara una mujer de las de entonces, el hijo empezó buscando una mujer que le sirviera para todo, y fuera como su esclava, cosa que en su pueblo castellano no lo lograba, ya que apenas quedaban mujeres solteras de su edad, y las más jovenes pasaban de ser aspirantes a su matrimonio, el tiempo se iba pasando, y la madre con poca salud se veía imposible de llevar bien su casa, y pensó la señora hablar con el cura párroco para que le ayudara a encontrar novia a su hijo, cosa que el sacerdote no lo veía claro, Sabía de sobra que el hijo era un machista sin solución, y a la vez dominador y cacique de su pueblo, más el hombre no cesaba de intentar arreglar su problema, que no era fácil, sin embargo pasado un tiempo alguien le habló de una señora viuda, a la que fue a camelar en un pueblo vecino, sin embargo la señora le puso condiciones que a él le parecían demasiado abusivas, más al pasar cierto tiempo y con la madre en el Hospital Provincial, quiso cambiar de forma de pensar, y quiso arreglar su futuro, más aquella señora le obligaba a pasar por la notaría, para que el hombre respetara su integridad física, y de lo contrario tendría que pasarla un sueldo de por vida, dejando libertad para salir y entrar en su casa sin ninguna barrera, y disponer del dinero necesario para poder comprar la alimentación que precisara para los dos, El hombre firmo ante el notario hasta su casamiento, valido para el juzgado, y tuvo que dejar las ideas machistas en un rincón de su domicilio, y entrar por el aro de aquella mujer señora, que sabia como podía volverse este hombre que su madre le había educado para ser un señor que fuera dictador de su casa y bienes. El matrimonio funciono, más el machista dejó su memoria olvidada, y aquella mujer por la cuenta que le tenia respetada. G X Cantalapiedra.
Hace setenta años, un labrador que con cuarenta y cinco años seguía soltero, al ver que su madre viuda se sentía cansada y mayor, la madre le decía a diario que se buscara una mujer de las de entonces, el hijo empezó buscando una mujer que le sirviera para todo, y fuera como su esclava, cosa que en su pueblo castellano no lo lograba, ya que apenas quedaban mujeres solteras de su edad, y las más jovenes pasaban de ser aspirantes a su matrimonio, el tiempo se iba pasando, y la madre con poca salud se veía imposible de llevar bien su casa, y pensó la señora hablar con el cura párroco para que le ayudara a encontrar novia a su hijo, cosa que el sacerdote no lo veía claro, Sabía de sobra que el hijo era un machista sin solución, y a la vez dominador y cacique de su pueblo, más el hombre no cesaba de intentar arreglar su problema, que no era fácil, sin embargo pasado un tiempo alguien le habló de una señora viuda, a la que fue a camelar en un pueblo vecino, sin embargo la señora le puso condiciones que a él le parecían demasiado abusivas, más al pasar cierto tiempo y con la madre en el Hospital Provincial, quiso cambiar de forma de pensar, y quiso arreglar su futuro, más aquella señora le obligaba a pasar por la notaría, para que el hombre respetara su integridad física, y de lo contrario tendría que pasarla un sueldo de por vida, dejando libertad para salir y entrar en su casa sin ninguna barrera, y disponer del dinero necesario para poder comprar la alimentación que precisara para los dos, El hombre firmo ante el notario hasta su casamiento, valido para el juzgado, y tuvo que dejar las ideas machistas en un rincón de su domicilio, y entrar por el aro de aquella mujer señora, que sabia como podía volverse este hombre que su madre le había educado para ser un señor que fuera dictador de su casa y bienes. El matrimonio funciono, más el machista dejó su memoria olvidada, y aquella mujer por la cuenta que le tenia respetada. G X Cantalapiedra.