BLACOS: ESA MEMORIA...

ESA MEMORIA

Siempre es positivo recordar nuestro pasado para evitar repetir los mismos errores en el futuro. Y en esas estábamos hasta que llegó el ciclón del desolvido y de nuevo hemos retrocedido a ese punto de partida en el que parecemos recién nacidos que no tenemos memoria y que todo es nuevo ante nuestros ojos.
Cuando yo era pequeño en mi pueblo de Soria, Blacos, éramos casi todos pobres, pero no de esa pobreza que te hace pasar hambre, no de esa pobreza que no tienes algo caliente que llevarte a la boca, ni tampoco de esa pobreza que te hiela en invierno, ni de esa pobreza de los braceros de los latifundios, que el año que venía mala cosecha el señorito no les daba ni agua para beber y tenían que peregrinar por tierras y pueblos vecinos buscando su caridad, pero que tenían tan poco o menos que ellos. Nuestra pobreza era más bien de esa que no te sobra nada, que tiras con lo justo. De esa pobreza que no salíamos aunque nuestros abuelos, nuestros padres y nuestros hermanos mayores se deslomaran a trabajar noche y día. Era en aquellos años difícil merendar todos los días pan con chocolate, comprarse una bolsa de pipas o una caja de parches para arreglar la bicicleta. Una bicicleta que habíamos heredados de nuestros hermanos, después de que la heredaran de nuestros padres. Para nosotros, en general, estaban vedados los tebeos, los libros, la televisión, la ropa de cualquier moda, el corte de pelo más moderno, e incluso las gafas de pasta que aliviaran nuestra miopía. Pero también nadábamos en la pobreza intelectual, en este caso de manera más abrumadora que la anterior. Sabíamos lo que se nos quedaba de la enciclopedia y del catecismo, dos obras que competían en la mentira y el adoctrinamiento. (PUEDES LEERLA COMPLETA EN FUENTENEGRILLA. SIMPLESITE. COM)