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BLACOS: Que conste que a mí lo de entregar la llave a los veratos...

Que conste que a mí lo de entregar la llave a los veratos no me parece nada mal. Y tampoco me parece nada mal que el alcalde se acostumbre a hacer estos gestos, porque quien nos dice que en su nueva andadura el rey tenga previsto ir de visita oficial a nuestro pueblo. Si lo hace pillará al alcalde entrenado, tendrá en casa un juego de llaves preparado y otro juego de cojines en los que, no sé por qué, siempre se entregan las llaves. Me imagino que también utilizaría este hermanamiento extremo-blaqueño, para ir afilando su discurso para el día que llegue su majestad. Lo único, yo le recomiendo que grabe el escudo heráldico en el cojín, y le añade un bordado de hilo de oro de la Virgen de Valverde y lo acompañe todo con una bota grabada con la imagen de San Miguel. Debemos estar a la altura y demostrarle que nosotros también tenemos heráldica, patronas y santos, que esto viste mucho luego en la historia.
Pero yo no iría mucho más allá. No es cuestión de ir dando llaves por ahí y dejar el pueblo abierto a la codicia de cualquier desaprensivo. Lo de los veratos está muy bien, porque si un día perdemos la llave podemos ir a Villanueva y hacer una copia en alguna ferretería de guardia. Vale, pero y si ese día no hay nadie ¿A ver quién es el guapo que se atreve a ir al Palacio del rey y decirle a Felipe que te deje un momento la llave, que te acercas a La Vaguada a hacer una copia? Es muy complicado, porque en estos palacios no acostumbran a tener timbre en la puerta, y además los señoritos casi nunca reciben. Y no creo yo que el rey les vaya a decir a todos los empleados donde guarda la llave de Blacos. Así que ojo a ver a quien se la damos. Con los veratos podemos hacer un hermanamiento como Dios manda. Ellos celebran nuestras fiestas y nuestros santos, nosotros los suyos. Ellos vienen y nosotros les devolvemos la visita. Luego hacemos una jornada anual de convivencia y compartimos productos típicos. Y ya, lo que más se lleva, grabamos unas placas para poner en la entrada a los dos pueblos con sus respectivos escudos, en la que pone que estamos hermanados y tal.
Pero yo esto lo veo más difícil con Felipe. Por qué él viene, muy bien. A nosotros no nos dejan ir. Ahí ya fallamos. Yo no veo que ellos estén muy dispuestos a celebrar nuestros santos y patronas. Pero y nosotros? Si tenemos que celebrar todos sus santos y patronas, sólo con los que llevan en el nombre los infantes, infantas y princesas, nos pegamos un quinquenio de celebraciones. No hay cuerpo que lo aguante. Y además no nos quedaría tiempo para hacer la jornada anual de convivencia. En realidad tampoco nos interesa, salimos perdiendo claramente. En Blacos sabemos los que somos. Pero en palacio, que si helicópteros, coches blindados y sin blindar, pilotos, conductores, escoltas, los escoltas de los escoltas, policías para mirar las alcantarillas, otros policías para vigilar desde el campanario, más policías para el cinturón de seguridad, otros policías para vigilar a los de la Torre. Luego los que abren las puertas del coche, los que le llevan el discurso, los que van a recoger la llave, los que desinfectan la llave por si acaso. Más personal de servicio, el militar que se pone detrás en los discursos, los que se ponen delante, el ministro, y así podemos seguir hasta el ama de llaves. Esta última es imprescindible porque si le vamos a dar la llave del pueblo, alguien se tiene que hacer responsable de ella. Ah, se me había olvidado el mayordomo, aunque éste si quiere que no venga, ya le dejamos nosotros uno. Así, a vuela pluma, yo calculo que ese día igual tenemos que dar de comer a unos 1.600. No nos compensa. Con eso comemos nosotros cinco años seguidos en fiestas y todo queda en familia. Por eso hay que tener mucho cuidado con esta afición de entregar la llave del pueblo a todo ilustre que venga a visitarnos. Además algunos no necesitan llave, porque siempre y a cualquier hora tienen abierto nuestros corazón. (toma ya)