Compramos energía a futuro



El año pasado se encargaron los más peques de abrir las fiestas con el pregón. Bueno, lo de los más peques es un decir, porque siempre tienes a otros por detrás empujando y exigiendo su sitio en el escalafón. Nunca mejor dicho lo de a camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Y yo como mi primo, breve y conciso, je je.
Es cierto que esta página es una invitación constante a la nostalgia y por tanto una búsqueda continua del pasado. Y casi no puede ser de otra forma porque los pocos que escribimos en ella hemos compartido más vivencias de los años de nuestra infancia, que de los años que vinieron después. Pero una vez que se consigue traspasar esa larga frontera, basta un pequeño esfuerzo para pensar en el futuro de Blacos. Algunos lo habéis hecho con cierta frecuencia, e incluso me consta que otros han dejado de ... (ver texto completo)
El futuro alentador de nuestro pueblo, si se ve en agosto, en las fiestas, y se deja ver en los sentimientos que nuestros hijos demuestran hacia èl. y eso es esperanzador y bonito, pero yo también veo otro futuro, el que iniciaron nuestros tíos volviendo al pueblo, en los meses de buen tiempo, recuperando sus huertos, sus partidas, sus paseos, sus ratos de pesca, también veo futuro en los que han decidido vivir su vida siempre aquí, o a los que ves un día si y otro también. Veo futuro en mi pueblo, ... (ver texto completo)
Es cierto que esta página es una invitación constante a la nostalgia y por tanto una búsqueda continua del pasado. Y casi no puede ser de otra forma porque los pocos que escribimos en ella hemos compartido más vivencias de los años de nuestra infancia, que de los años que vinieron después. Pero una vez que se consigue traspasar esa larga frontera, basta un pequeño esfuerzo para pensar en el futuro de Blacos. Algunos lo habéis hecho con cierta frecuencia, e incluso me consta que otros han dejado de ... (ver texto completo)
Ante los continuos reproches que recibo, voy a intentar ser más breve que de costumbre, aunque he de reconocer que me cuesta. Estoy todo el día atado a la brevedad y a la concisión y confieso que en esta página me desahogo cuanto puedo.

La imagen que yo tengo de los inviernos de Blacos es que, además de fríos, son descarnados. Es como si el viento, la lluvia, la nieve y el hielo, despojaran de la vida a los elementos y los dejaran vacíos por dentro y por fuera. Y es la primera impresión que me ... (ver texto completo)
Esto pensaba escribirlo ayer, pero el temporal me trae de cabeza. Y es que ayer, dos de febrero, era el día de San Blas. Y en cuanto oigo esto, automáticamente pienso en lo de..." por San Blas la cigüeña verás". Y lo de la cigüeña es un referente de mis años de infancia en Blacos. Ya lo he contado aquí alguna vez, pero el vuelo de la cigüeña marcaba la agenda de aquellos días de invierno. Después descubría que la cigüeña puede volar más de 3.500 kilómetros al año. Entonces no lo sabíamos, pero ahora ... (ver texto completo)
ya que por seguir la tradiccion, y no tocar lo que ya decidido estaba, en nuestro pueblo se mantuvo el nombre de las calles que de antiguo conocíamos. Pero ante esta injusticia de no reconocer tus méritos en su justa medida habrá que esperar a autoridades mas innovadoras.
sigo leyendo tus escritos, que me gustan y que me lo paso bien con tu sentido del humor, y puedes tener y debes tener todo el ego que quieras, y el protagonismo te lo has ganado a pulso acercándonos a esta pagina recuerdos, relatos, ... (ver texto completo)
La Maldad es una de las características más humanas de algunos humanos. De hecho, según algunos científicos, la palabra Humano viene de una mala traducción del término latino Huff-malus, que traduce malo hasta la saciedad. Se supone que al haber coronado la cadena alimenticia y quedarse sin mayores enemigos naturales, el hombre desarrolló la maldad como medio para controlar la población.
La maldad puede ser definida como la capacidad de cagarse en el prójimo y disfrutarlo, como la tendencia a evitar que a los otros le vaya mejor que a uno, o la compulsión por empeorar lo que ya esta malo, así sea también en perjuicio del que lo causa. Si bien está relacionada con el mal, no debe confundirse con este, pues la primera es una actitud y el segundo una poderosa empresa.

A las personas maldadosas se les puede reconocer por sus cejas arqueadas y risa característica (Muahaha). Pero según algunos entendidos, las personas realmente malas tienen sonrisa bonachona y mirada de estúpido. Esa apariencia inocente es lo que les permite ser peligrosamente perjudiciales. ... (ver texto completo)
Camino del monte al pueblo.

Era una tarde fría de invierno. De peque venía en compañía de un adulto desde el monte hasta el pueblo. Las palabras eran contadas. El viento acariciaba mi cara con delicadeza, con sabor a oxígeno puro y olor a Naturaleza. El me guiaba, confiaba en él porque en el había confiado mi familia. Había un mínimo de tensión, la justa de cuando algo nuevo te está sucediendo, pero la confianza en llegar al destino disipaba todo temor. Sin compañía o habría sabido hacer el camino. ... (ver texto completo)
Esto pensaba escribirlo ayer, pero el temporal me trae de cabeza. Y es que ayer, dos de febrero, era el día de San Blas. Y en cuanto oigo esto, automáticamente pienso en lo de..." por San Blas la cigüeña verás". Y lo de la cigüeña es un referente de mis años de infancia en Blacos. Ya lo he contado aquí alguna vez, pero el vuelo de la cigüeña marcaba la agenda de aquellos días de invierno. Después descubría que la cigüeña puede volar más de 3.500 kilómetros al año. Entonces no lo sabíamos, pero ahora ... (ver texto completo)
El otro día me encontré con un viejo amigo de un pueblo cercano a Blacos y me dijo que era un habitual de esta página y me contó una cosa que no era nueva para mí, pero me hizo volver a pensar que nunca lo había contado. Me dijo que leía todo lo que se escribía aquí, pero que si estaba unos días sin entrar se encontraba con que el trabajo era excesivo. Y a su manera me reprochó que yo escribía mucho, muy largo y algunas veces complicado de digerir. Y fue cuando le contesté algo que no acabó de creerse, ... (ver texto completo)
Felices fiestas para los que celebran el día de San Sebastián, incluidos los vecinos. Y dicho esto hay que ver el jaleo mental que te has montado por un albornoz. Yo ya hace años que no me regalo nada y así no me alboroto. Voy a dejar hasta de ducharme, así no caeré en tu mismo error. A lo que si me apunto es a lo de chofer oficial de compras y otros menesteres. ¿Qué tal por Blacos, habrá empezado a hacer fresquito, no? ¿Ha llegado el manto blanco? Ah y feliz y próspero año para todos.
Han sido los primeros síntomas, pero es algo que comienza a despertarse y me temo que tendrá un largo insomnio porque los complejos son así, parecen una anécdota y se acaban instalando en tu vida sin intención de pagar alquiler y sin aceptar cualquier tipo de hipoteca. Y es que siempre se llega a un estado en la vida, a una edad, en la que las vísperas empiezan a ser la de después. Es una etapa, espero que larga y fructífera, en la que te abruman los recuerdos y empiezan a flaquear las esperanzas. Es esa época en la que ya pesan los peldaños de subida y hay que agarrarse al pasamanos de la experiencia cuando pretendes bajar y evitar cualquier resbalón. Es un estado vital en el que tienes la sensación de que ya estás de vuelta de todo, aunque cuando te paras a pensar te das cuenta que todavía no has ido a ninguna parte. Es esa franja que está al otro lado del ecuador y en la que ya te empiezan a sobrar los motivos para cualquier decisión que se te ocurra tomar. Pero, ojo, tiene sus ventajas. Llega un momento en el que ya no te esfuerzas en hacer amigos, primero porque igual tienes bastantes. Y segundo porque si hasta ese momento no has sido capaz de hacer amigos, tienes que empezar a pensar que ya no es hora ni lugar para tender puentes y suavizar encuentros. Pero por otro lado cada vez estás más lejos de la preocupación por los enemigos. Si los tienes, empiezan a diluirse como un azucarillo y esto te produce una suave sensación de bienestar y de paz, al mismo tiempo que quitas cualquier importancia a aquellos enfrentamientos o a aquellas desavenencias que te martirizaron alguna vez. Ahora ya no, porque estás al otro lado del rumor y de la maledicencia. A estas alturas la vida ya te ha enseñado que nada es eterno, que importa muy poco lo que otros piensan o digan y que ya no es tiempo de convulsiones, ni siquiera de decepciones. Ahora ya es tiempo de calma, de paz y de indiferencia pero a la vez de apego a lo conseguido. No hay materialismo latente, pero sí hay gratitud y cariño. Te quedas con los que quieren viajar contigo por ese camino, con los que han querido estar a tu lado en la travesía, que a estas alturas seguro que son exactamente los mismos con los que tú has querido viajar. Si coincide, fenómeno, si no, pues que le vas a hacer. No te vas a poner a hacer ahora lo que no has hecho durante el resto del tiempo que has vivido. Ha sido poco tiempo, pero suficiente para separar el grano de la paja, aprender a diferencia la amistad de la compañía y para no perder el tiempo en los que lo pierden con cosas que ya sabes que no merecen la pena. Es tu tiempo y han sido suficientes inviernos encima como para aprender a aprovecharlo y no desperdiciarlo en atajos que antes o después conducen a la nada.
Y alguno, si queda alguien, que lea esto, pensara, ¿Y a que viene ese ataque de melancolía? Y seguro que también alguno, como el sagaz detective del Regato, habrá acertado en la respuesta. Se llega a una edad en la que cada vez que se cumple un año más, se abre el libro de reclamaciones y se empieza a pasar factura al futuro. En mi caso empezó de la manera más tonta, como empiezan los tornados o los tsunamis. Siempre que llegan estas fechas me gusta regalarme algo, y eso es lo malo, que ese simple hecho te acaba demostrando que tu subconsciente va por delante de tu pensamiento. Hace muchos años, el regalo hubiesen sido la colección completa de los discos de Sabina, unas llantas deportivas para mi golf, el equipo de música más moderno del mercado, la ropa del momento, un reloj resplandeciente etc. etc. Pero este año me sorprendí a mi mismo regalándome.. ¡un albornoz". Sí, sí, un albornoz. Entiendo que las mujeres piensen que es un regalo práctico e incluso necesario. Pero yo después de ese impulso espontáneo, empecé a pensar y ahí es donde llegó el ataque de nostalgia. Me di cuenta que, sin pensarlo, me había comprado un albornoz porque a las siete de la mañana hace mucho frío y después de salir de la ducha ya no aguanto como antes " el fresquito". Y eso sólo fue el principio de mi depresión. Porque esto me sirvió para darme cuenta de la cantidad de cosas que hago que antes no hacía. Después de ducharme me seco el pelo para no salir a la calle mojado. Si la temperatura está por debajo de los cero grados, me pongo un gorro de monte porque noto como que el hielo me entra por la cabeza. Además me pongo guantes y bufanda. Cuando veo la tele tumbado en el sofá, hace días que me tapo con una manta, algo que no había hecho en mi vida. Estos días congelados, noto un frío en la pierna izquierda que me obliga a tenerla junto al radiador para calentarla. Antes me encantaba salir a la calle a hacer noticias, y tirar unas bolas de nieve. Ahora no salgo ni aunque me lo recomiende el médico. Ya sí podrá continuar con un montón de cosas que se han incorporado a mi vida sin darme cuenta. De una en una parece que no tienen importancia, pero si cometes el error de juntarlas y repasarlas despacio, te hundes en el precipicio. Y descubres algo que tratabas de evitar: Te das cuenta de ya te has hecho mayor. Y cuando estás en plena cuesta bajo, se juntan todos los diablos para hundirte. Viene un chaval y te pregunta la hora, eso sí te trata de usted y te jode... aunque no lo reconozcas. Vas por la calles y procuras mirar al infinito, porque si por casualidad pasan tus ojos por los de una chica joven te entra un ataque de pánico por si piensa que eres un viejo verde. Te descubres dando a tus hijos los mismos consejos que te daban tus padres, esos que juraste que tú nunca darías a nadie. Te molesta que estén siempre colgados del móvil, que no te muestren respeto, y que pongan en duda tus opiniones, Y ya si dicen que esa opinión la tienen los de tu edad pero que ellos son jóvenes, inmediatamente después buscas desesperadamente el teléfono de un siquiatra para ponerte en sus manos. Ya no te gusta una clase de ropa que antes te enamoraba. Si vas a la planta joven del Corte Inglés, descubres miradas inquisitivas de empleados y clientes, en las que crees leer que se interrogan sobre lo que hace una persona de tu edad en esa planta. Vas al banco y todas las ventajas, son para los que tienen el carnet joven o para los jubilados. ¿Y nosotros qué? Somos lo que peor lo estamos pasando y no existimos para casi nadie, nos ignoran, estamos en una franja de edad en la que casi deberíamos borrarnos para no molestar. Luego pasa otra cosa. Cuando nosotros éramos jóvenes, el mercado laboral prefería la experiencia y la responsabilidad de la edad. Y ahora que tenemos las dos cosas prefieren la juventud y la agresividad de los que tienen todo por delante. Esto no hay quien lo aguante,. pero todavía puede ser peor. Porque te puede pasar que tengas un amigo unos cuantos años más joven que tú, que cuando cumple años te da la monserga con eso de " qué mayor me estoy haciendo, cómo pasa el tiempo, parece que fue ayer cuando estuve en la mili". Y tú tienes que hacer verdaderos esfuerzos para no aniquilarlo al instante porque en el fondo lo que te quiere decir es que tú eres ya tan mayor que debes ser ajeno a preocupaciones como las suyas. La verdad es que llegados a este punto yo me atrevo a afirmar que me encuentro en la edad más difícil de la vida. No estás a un lado ni al otro, pero te empujan desde los dos para que te vayas a otra parte. Vale ¿y dónde está esa otra parte?. Si alguien los sabe le estaría eternamente agradecido que me lo diga. Lo podía buscar yo, pero en cuanto intento utilizar el GPS siempre hay alguien en el coche o fuera que te recuerda " Déjale a tu hija, que es joven y están más acostumbrados a estos aparatejos". ¡y una leche! Estará más acostumbrada a guasapear con los amigos, pero cuando se trata de que te lleven, te traigan y paren por el camino para comprar algo, ahí sí, ahí sí, los de mi edad todavía tenemos un papel que jugar. No es más que el de chófer, pero bueno, algo es algo. Y todo esto me ha pasado por regalarme un albornoz. Al año que viene me compro un viaje a Disneyland. A ver si cuela. ... (ver texto completo)
No paraba de llover. Y ahí estaba él mirando una página en blanco a escasos milímetros del ordenador. Un distancia mínima que de repente se convertía en interplanetaria, casi infinita. El folio en blanco era una denuncia, un testimonio, un informe preciso de que la imaginación había huido sin dejar ni siquiera una nota de despedida. Hace unos días una página en blanco no era nada más que tres minutos de hilvanar frases hasta dejarla llena de pensamientos. Ahora ya no, ahora se había convertido en ... (ver texto completo)
Quedan solo horas para acabar 2014, estoy aquí para testificar que el frío es helador en el pueblo, como ha acostumbrado a ser en todos los Diciembres de los ú ltimos siglos. Tenemos la matanza adobada, embutida y en curación para 2015. Ha sido un largo y arduo trabajo pero estamos celebrando las fiestas navideñas ya, cada uno a su manera. Las gachas están servidas. El chorizo tardará en secarse como los jamones en curarse. Hoy ha venido el tendero de Vadillo y el pescatero de mala leche, ha habido ... (ver texto completo)
Donde dice que los sorianos inventaron la peseta quiere decir que inventaron el hilo de cobre tirando de una peseta. Para que veas que te leo con atención a pesar de todo. Feliz año nuevo a todos.
Los números de los últimos días del año se resbalan sin remedio del calendario. Se caen más rápido que el resto porque apenas tienen donde agarrase y porque están llenos a rebosar. Son pocas fechas para acoger tantos sentimientos y tal cantidad de acontecimientos. Están llenos de nostalgia, de buenos deseos, de ausencias, de presencias abrumadoras, de decepción, de dolor, de amor, de ilusión. Parece que nos reservamos para esa última semana de cada año. En pocos días queremos decir todo lo que no hemos dicho hasta entonces. En una semana queremos hacer todo lo que nos ha quedado pendiente en las otras cincuenta. En cuatro días festivos queremos celebrar todas las celebraciones que teníamos previstas y no habíamos podido realizar. Son días de frenesí. Te encuentras al calor del bar con esos amigos a los que no has visto en todo el año, y entre caña y caña quieres recuperar todo el tiempo perdido, hasta que te das cuenta que no hay tiempo para frenar el paso del tiempo. Te observas mirando los escaparates buscando esos regalos que siempre has prometido. Y de repente descubres cómo han aumentado los regalos. Antes era Los Reyes Magos y se acabó. Ahora ya no, no. Ahora empiezas por el amigo invisible (¿?), continúas con Olentzero o Papa Noel, o Santa Claus y cuando llegan los Reyes te das cuenta que todavía te queda imaginación, pero que lo que no te queda es dinero. Y es que parece que los regalos son la antesala de la amistad, una garantía de continuidad, una forma de mantener las buenas formas, o lo que es peor una forma peor que otra cualquiera de pagar favores o preservar simpatías. Y todo, eso sí, en un ambiente muy navideño y muy familiar, y ojala que siga así, lo de familiar digo. Es una buena idea lo de que estos días que se come tanto y se bebe más, las celebraciones se hagan en casa, porque así se quedan entre esas cuatro paredes la mirada furibunda que lanzas a tu cuñado cada vez que presume de lo bien que la va la vida cuando te dice que se acaba de comprar un apartamento con derecho a terraza en la playa de Alcobendas. Te alegras de que no se te pueda oír lo que piensas cuando tus suegros te dan lecciones de cómo se debe educar a los hijos y te dicen que antes sí que había respeto y que lo que hay ahora no es más que una fauna de vagos y maleantes agarrados al botellón. Después viene la retahíla de que les damos todos los caprichos, que somos unos blandos, y que así nos van a salir. Yo a veces para salir de estos atolladeros me pongo a hablar de la mili. Ahí de una tacada eliminas a todas las mujeres y a los menores de 40 años y a los que se libraron, con lo que las posibilidades de enfrentamiento pueden ser menores. Ni por esas. Siempre hay alguien que ha hecho menos guardias que tú, que ha ligado más que tú y que no fallaba ni un tiro aunque se le olvidara cargar el cetme. Entonces y ya con un par de copas, te das por vencido y te lanzas a tumba abierta, sin importarte las consecuencias. Y vas y te pones a hablar de política. Se arma la marimorena y entre los gritos, los insultos y las descalificaciones, te das cuenta que todo son de PODEMOS desde hace treinta años, exactamente los mismos que llevan diciendo que esto ya lo veían venir, que este país se va a la mierda, y que tú ya sabías que eran todos un atajo de chorizos que se quedaban con todo lo que pillaban por el camino. Descubres que nunca nadie ha votado a los que mandan, todos son de la oposición y te acabas creyendo que tú que no te has acercado a una urna en tu vida eres el culpable de los millones de votos que ha obtenido el partido de los chorizos y mangantes. Y ya como estás en clara caída libre, vas y empiezas a hablar de religión. Ahí se desata la tercera o cuarta guerra mundial, o las dos a la vez. Los curas pasan de ser la reserva espiritual de occidente a un atajo de pederastas, e incluso puede ser el mismo o la misma el que diga las dos cosas a la vez sin el más mínimo sentido del ridículo. Los que van a misa todos los domingos dicen que han sido siempre ateos y que sus hijos hicieron la primera comunión por el traje y los regalos, y que ellos jamás han creído en esa sarta de sandeces que se dicen en el interior de la iglesia. No te quedas pasmado porque entre las copas y la calefacción empiezas a notar las primeras gotas de sudor resbalando por el interior de la camisa. Y como ya no tienes nada que perder, vas y sueltas a viva voz y a pecho descubierto que Messi es el mejor jugador del mundo. Se hace un silencio espeso. Dura poco, exactamente los mismos segundos que tardan algunos en ponerse la cara como un tomate y en hincharse las venas del cuello (yo no sabía que había tantas). Oye, y automáticamente te contestan dos cosas que para ellos van unidas. Una, que puede ser verdad, es que Ronaldo está a años luz del pitufo argentino, y la otra, que te deja boquiabierto, es que te dicen que se nota que eres un independentista de los coj... y que si no te gusta España que qué haces aquí y bla, bla, bla, bla... Entonces yo reconozco que me crezco y es cuando les suelto, que Messi y Ronaldo me la trae al pairo y que el único equipo serio que conozco es el Numancia, que no tiene deudas y que en lugar de gastar el dinero en tonterías hace obras sociales y solidarias. Aquí reconozco que los dejo sin defensa durante unos minutos. Me imagino el interior de sus cabezas como una centrifugadora buscando argumentos que me hagan besar la lona. Y de repente el gracioso de la cena, envalentonado por las copas, me dice que eso es imposible, que los sorianos somos unos agarrados y que le extraña mucho que hagamos obras de beneficencia. Y aquí reconozco que ya tengo la respuesta preparada porque la he usado muchas veces. Le miro fijamente y le contesto. Tienes razón los sorianos somos unos tacaños, no me cuentes el chiste del inventor de la peseta que ya me lo sé. Continúo. Los sorianos somos tan agarrados como sensibles, y entre gastarnos el dinero en una cena de mierda con estos retales de familia o dar ese dinero a los pobres que no tienen para comer, siempre decidimos dárselo a los más necesitados. Pero los sorianos, que lo tengas claro, damos el dinero una vez y para una sola cosa, así que me imagino que tú que eres un tío espléndido y capaz de dar tu dinero para dos o más cosas, serás capaz de hacer obras benéfica y pagar este cena, que para eso estamos en tu casa y gastamos tu luz y tu agua. Así que ya sabes, apoquinas y al año que viene vuelvo para que tengas alguien con quien desahogarte. Como se suele decir, mano de santo. Inmediatamente cambiamos de conversación y evitamos tocarnos las narices porque estos combates nunca resisten dos asaltos. Es más, después de todo esto podemos comernos las doce uvas y desearnos lo mejor para el nuevo año. Eso sí, sin darnos la espalda y con una sonrisa recién sacada del congelador.
Así que no me extraña que estos días con tanto peso familiar, vuelen por las últimas filas del calendario con ganas de esconderse y no volver a salir por lo menos hasta el año que viene. A pesar de todo, por si acaso, Feliz Año. ... (ver texto completo)