Nasrhudin a veces llevaba a la gente a pasear en su bote. Un día un pedagogo lo contrató para que le transbordara al otro lado de un ancho río. Tan pronto como empezaron a navegar, el erudito preguntó si la travesía sería inquietante.
“De eso, pregúnteme nada” contestó Nashrudin.
“ ¿Qué, nunca has estudiado gramática?”
“No”, respondió él.
“Has perdido entonces la mitad de tu vida”
Nashrudin no contestó.
Pronto se desató una terrible tormenta. El endeble barquichuelo de Nashrudin empezó a hacer agua. Éste se inclinó hacia su compañero de travesía y le preguntó:
“ ¿Ha aprendido usted a nadar?”
“ ¡No!” contestó el erudito.
“En tal caso, maestro, ha perdido usted toda su vida, porque nos estamos hundiendo”.
“De eso, pregúnteme nada” contestó Nashrudin.
“ ¿Qué, nunca has estudiado gramática?”
“No”, respondió él.
“Has perdido entonces la mitad de tu vida”
Nashrudin no contestó.
Pronto se desató una terrible tormenta. El endeble barquichuelo de Nashrudin empezó a hacer agua. Éste se inclinó hacia su compañero de travesía y le preguntó:
“ ¿Ha aprendido usted a nadar?”
“ ¡No!” contestó el erudito.
“En tal caso, maestro, ha perdido usted toda su vida, porque nos estamos hundiendo”.