Segovia es una de las ciudades en que me encuentro más a gusto cuando la visito. Entrañable, con ese sabor histórico peculiar, acogedora... castellana. Recuerdo un viernes de octubre del año pasado que tuve que ir a Segovia y dormí allí. Pasear sus calles de noche, una delicia, sobre todo después de haber cenado estupendamente los ricos productos castellanos. Y no fue en la Plaza del Azoguejo, precisamente, porque en Segovia hay variedad de sitios donde se come muy bien, a precio razonable, y sin necesidad de tener demasiada fama. Ojálá no crezca desmesuradamente ni se convierta nunca en ciudad dormitorio de Madrid, como le ha ocurrido a otras.
Un saludo.
Un saludo.