SERRADILLA DEL LLANO: Bastante repuesto de mis achaques continúo con los...

Bastante repuesto de mis achaques continúo con los recuerdos de mi infancia relacionados con el sitio que reproduce la foto. El de hoy tiene que ver con un curioso personaje político de la vida española de los años treinta. El Doctor Albiñana, que, aunque indirectamente, tuvo algo que ver con la pequeña in trahistoria, que diría Unamuno, de nuestro pueblo.

Me veo, –año 1933-, con algunas otras gentes, pocas, en la era que fue de “tío” Silverio, que ocupaba, aunque a nivel más alto, el espacio que ocupan hoy el comercio y la casa de Eustaquio. Acaba de llegar un autocar, (el primero que entraba en el pueblo), del que descienden gentes de ciudad, ellos y ellas muy endomingados. Preguntan por las Hurdes y cómo llegar hasta allá, pues la carretera no llegaba más lejos. Dicen querer visitar al Doctor Albiñana. El nombre me suena pues lo había escuchado repetidamente en conversaciones entre mi padre y el párroco comentando su destierro.
Los recién llegados se desparraman por el pueblo, creo, que buscando caballerías y quien los lleve hasta Muñomoral. Yo debí volverme a casa porque no recuerdo más, ni en qué acabó aquello.
Pero el tema de las Jurdes, y el doctor Albiñana desde entonces siempre me ha sugestionado y he averiguado bastante sobre ello. He aquí algunas de mis averiguaciones

El doctor Albiñana, hijo de un médico rural con numerosa familia, nació en Enguera (Valencia) y parece que no fue buen estudiante en su juventud, por lo que su padre lo colocó de arriero. Arrepentido por la dureza del trabajo, se matriculó en la facultad de medicina de Valencia, de la que fue expulsado por camorrista, por lo que hubo de trasladarse a Barcelona. Tras ejercer algún tiempo en su pueblo emigró a Madrid donde se doctoró en neurología simultaneando con los estudios de Derecho y Filosofía. Coincidió allí con Marañón, del que por entonces fue amigo. Tanto que en ocasión dificultosa para éste, le pidió a Albiñana que organizara alguno de sus acostumbrados follones para solucionar su problema, favor que le brindó con agrado obteniendo el efecto deseado.
En Madrid ejerció la medicina con éxito, por lo que fue becado para realizar determinadas investigaciones médicas en Méjico. Tras varios años, el presidente Calles lo expulsó por sus críticas acerbas a su gobierno.
Retornado a Madrid cambió radicalmente sus anteriores ideas republicanas, anticlericales y revolucionarias, formando el Partido Nacionalista Español, de extrema derecha, sobre todo tras el advenimiento de la República y el grupo juvenil los “Legionarios de Albiñana”.
Encarcelado por la República tras la “Sanjurjada” siguió atacando agriamente a los gobiernos de la época. Casares Quiroga lo destierra a las Hurdes por haberle enviado un manifiesto, orlado con los colores de la bandera bicolor con la firma. José María Albiñana, cavernícola de cuota.

Por estos años estaba ya enemistado con Marañón a quien atribuye la elección del lugar de su destierro. Matilandrán, pueblo del que dice: “Chozas miserables, levantadas sobre estiércol secular; una breve humanidad, enferma y harapienta; una promiscuidad repugnante de sexos y especies animales...”
Al no disponerse en el pueblo para alojarle más que en un corral y no haberse podido juntar más que un saco de patatas por toda manutención, hace que el alcalde lo devuelva a las autoridades, quienes lo trasladan a Muñomoral.
Tampoco allí debió encontrar medios de subsistencia puesto que hubo de recurrir al ayuntamiento de nuestro pueblo para contratar a alguien que todas las semanas, con dos caballerías, se llegase a Muñomoral, recogiera a una hermana suya y subiera con ella a Ciudad Rodrigo a comprar provisiones para la semana. El contratado fue Aureliano, hijo de tía Sinda y hermano de Daniel.
Eesta fue la causa y comienzo de se su relación con nuestro pueblo

Aureliano me contó muchas veces los miedos de la buena señora, no acostumbrada a la monta de caballerías, sobre todo al atravesar el río, (entonces carecía de puente), y la subida por la empinada “Cuesta de los Rosarios”, especialmente en días de lluvias y tormentas, con fuerte crecida del caudal del río. Allí siguió incordiando al gobierno con escritos a los colegios médicos extranjeros, espacialmente los franceses, que presionaron para que se le levantara el destierro.

De su estancia en las Hurdes dio luego cuenta en dos libros titulados: Confinado en las Hurdes y La República Jurdana.
Hace años cayó en mis manos el primero, mientras organizaba una biblioteca. Lo devoré de un tirón y me divirtió mucho. Está escrito en un tono agresivo y sarcástico, como casi todos los suyos. Citaré alguna muestra aunque, quizá no en toda su literalidad, por el mucho tiempo transcurrido.
Recuerdo el pié de una foto con el alcalde de Matilandrán que dice: El tridoctorado doctor Albiñana con el iletrado alcalde de Matilandrán
Otra cita; encarándose con Casares Quiroga dice algo así “ Casares Quiroga no ha podido salirse con la suya; me desterró a Matilandrán y resido en la riente aldea de Mundomoral, en un palacete que fue del anterior secretario y que tiene dos plantas: una cuadra en la baja y una vivienda en la alta. En la alta vivo yo; en la cuadra ya sé a quien he de meter”.
Tercera cita. Enfermo, de verdad o fingido, hace que el gobierno le mande un médico desde Madrid para reconocerlo. Tras el reconocimiento le aconseja recibir corrientes. Albiñana apostilla “Claro, enchufaremos el aparato en el tronco de un castaño”. (Téngase en cuenta que por entonces las Hurdes ni soñaban con tener luz eléctrica).
Un cuarto asunto que cita fue la desdichada muerte de una anciana mal hablada y maldiciente, que tras haber estado escuchando un mitin de carácter revolucionario volvió a casa despotricando y blasfemando. Encendió lumbre y se sentó en una silla baja, bien arrimada al fuego, y se quedó dormida. Sin que se sepa cómo, se le prendió el delantal y murió abrasada. Recuerdo que esta noticia, que corrió por toda la comarca, y en primer lugar por nuestro pueblo. Yo la había olvidado por completo hasta verla escrita en el citado libro.

Para terminar diré que encontrándose el 18 de Julio del 36 en Madrid, intentó escabullirse disfrazado de invidente. Tomó contacto con Casares Quiroga quien le aconsejó la cárcel como lugar más seguro. Pero asaltada ésta en los primeros días por turbas incontroladas, fue golpeado y asesinado en el propio patio de la cárcel. Para mayor ludibrio le cortaron la cabeza y se la colocaron entre las piernas.


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