Cuentan que dos personas que se conocían desde pequeños, habían crecido separados, y un día, después de tantos años lejos el uno del otro, se encontraron en medio de la plaza del pueblo. Fue tal el flechazo... Se enamoraron, quizás más la chica, pero el bebía también las aguas. Ella lo era todo. Pasaron varios meses, se encontraban a escondidas de sus famílias, por que a la de ella no le gustaba el muchacho. Un día, paseano de noche bajo el claro de la luna, él prometió que un día estarían juntos. Y sin más, al llegar cerca del cerezo, se unieron. Solo lo habían visto las estrellas. Pasaron unos días, y la família del muchacho, decidió que emigraría, para ayudar y para labrarse un futuro, ella, también tuvo que irse. Tan solo, una carta de vez en cuando, de él, de vez en cuando, mantenía la ilusión de ese amor. Ahora y muchos años después, están casados con distintas personas, incluso uno de ellos tiene hijos, pero en el estómago de la muchacha, y en las solitarias noches del mozo, solo la imagen de ese gran amor, les hace relajar, para conciliar el sueño. Ahora, solo hace falta, que el destino los una también en esta página. Quizás, los una para siempre en un futuro... Yo sé de quien se trata, pero quiero mantener la discreción, hace muchos, muchos años de esta hisoria. Fue intensa. Discreta. Secreta. Tan bonita como las que escribía Shakespeare. ¿Qué decís ahora? En el pueblo, hay miles de historias de amor, de gente que viene de fuera, de todas las edades. Hay muchos secretos guardados en los rincones del pueblo. Saludos. Espero que os haya gustado.
