En la
Catedral Vieja.
En el sepulcro, perteneciente al chantro Aparicio, marca mayor adelanto el
arte ojival exento de resabios bizantinos: adviértense graciosos vástagos de parra en las jambas del
arco, ángeles bajo doseletes en las dovelas, lindos arabescos en el frisó, dos evangelistas en las enjutas, y las nueve figuras de que consta el grupo del
Calvario en su fondo, y los relieves enteros de la adoración de los magos y de la presentación en el templo esculpidos debajo de la arquería del féretro se aproximan a una época de regeneración.
El chantre Aparicio, el cual murió en 1274, según su lápida puesta en un ángulo del crucero:
«VII idus octobris obiit dominus Aparicius cantor Salmantinus, cujus anima requiescat in pace amen. Era MCCCXII. Pater noster».