trascoro, SALAMANCA

En la Catedral.

Las imágenes principales son Ntra. Sra. de Loreto, en el centro, realizada a mediados del Siglo XVI, y a Santa Ana y San Juan Bautista, obras de Juan de Juni, en los laterales.

El trascoro es la gran fachada que encuentra todo aquel que ingresa en el templo a través de las puertas principales, sitas en el hastial occidental. Se crea a tal efecto un espectacular panorama que muestra, en nuestro caso, una anticipación del mismo programa que se desarrolla en el altar mayor. En Salamanca se plantea como un verdadero retablo de piedra articulado en tres cuerpos por medio de pares de columnas. Consta de alto banco, cuerpo principal de gran envergadura, y coronamiento. Sobre la calle central se desarrolla una peineta rematada a su vez con dos ángeles que sujetan un jarrón con azucenas, lo que potencia sobremanera dicho espacio. La planta está dotada de movimiento al desplazar los diferentes cuerpos de la línea del plano, adelantando y retranqueando a su vez el espacio central, mientras que los laterales ocupan una posición más rehundida en el fondo. El coronamiento se realiza aprovechando la doble función de remate del trascoro y de antepecho de la zona superior. A plomo sobre las columnas se sitúan diferentes imágenes de apóstoles y reyes, flanqueados de remates de tipo vegetal. Los nichos a modo de hornacinas de los laterales se dibujan con formas trilobulares, potenciando un fuerte claroscuro, fondo que hace resaltar las imágenes colocadas en ellas, favoreciendo el efecto de la policromía de las dichas. Las pilastras cajonadas en las que se desarrollan temas vegetales sustentados por cabezas de felinos sostienen un entablamento curvo que es roto por los confines vegetales de unos espejos en los que aparecen elementos florales, continuando su ascenso mientras rodean, junto a gran cantidad de volutas, unos lugares rehundidos de forma circular sobre los que se dispone a su vez una especie de frontón curvilíneo con los extremos más deprimidos. Corona la calle una pieza realizada con volutas, cabezas de ángeles, hojas y cogollos, interpretación estilística que mantiene deuda con el flamero tradicional, si bien reinterpretado con los cánones de la corriente estética del momento. Un disco solar con rayos culmina lo anterior.

La calle central ostenta la mesa del altar. Sobre esta se levanta un gran arco de medio punto suspendido por pilastras cajeadas y decoradas al modo que ya hemos observado en los laterales, si bien de mayor longitud. El arco está orlado con una minuciosa talla de rosas enredadas entre sí y cabezas de ángeles dispuestas simétricamente hasta completar el número de cuatro. Sobre la clave del arco se monta y envuelve el cuerpo de volutas que forman parte de la gloria en la que aparece el Espíritu Santo,
resaltado sobre el plano valiéndose de la adición de un entablamento apenas visible que dobla el arco, rompiendo a su vez el correspondiente de las columnas que dividen los cuerpos, alcanzando la altura máxima del respectivo coronamiento de las laterales. Una peineta con gloria y ráfagas en metal rodea al Padre eterno, quien con una mano sostiene el orbe, mientras que con la otra bendice. Sobre esta una pareja de ángeles niños sujetan un jarrón de azucenas, sirviéndoles este de eje de simetría con el que poder trazar la referencia para el semejante desarrollo de cada una de las mitades.
(30 de Mayo de 2023)