El Botijo, SALAMANCA

El Botijo.
Mucha gente no sabrá qué es este utensilio de barro ni para qué sirve. Bueno, para quien no lo sepa, el Botijo es un recipiente muy, muy antiguo, para contener agua. Es completamente artesano, ecológico, natural, muy saludable, su agua está muy fresquita… y en estos tiempos de tantas campañas publicitarias para concienciarnos de que no utilicemos las botellas de plástico de un solo uso para proteger el planeta, en muchos casos, es una buena alternativa.
Ya sé que volver al “botijo” es una utopía, pero nos dicen que son unos 500.000 millones de botellas de plástico las que utilizamos cada año en el mundo. Que si miramos el precio, se estima que el agua del grifo es 500 veces más barata que la embotellada. Que la utilización masiva del plástico tiene bastante que ver con eso del calentamiento global del planeta. Que con pequeños gestos en nuestra rutina diaria el Medio Ambiente nos los agradecerá...
Beber el agua del botijo tiene su “arte”, necesita un poco de práctica, pero es sencillo. Es igual que para beber el vino de una bota o un porrón.
¿Por qué el agua del botijo está fresquita?
Quien sabe de ésto nos dice que el secreto está en colocar el botijo en un lugar donde exista una ligera corriente de aire caliente, así, el agua del interior del botijo se filtrará por los poros de la arcilla y al tener contacto con el ambiente exterior se evaporará, enfriando la que queda dentro.
Cómo “curar” un botijo antes de su primera utilización:
-Llenamos el botijo de agua.
-Añadimos un chorro generoso de anís (hay quien prefiere poner ginebra).
-Lo dejamos al menos 24 horas en reposo sobre un plato.
-Al terminar este periodo, lo vaciamos, enjuagamos varias veces con agua... y listo para disfrutar de agua fresca y natural.