La
historia del
Puente Romano de
Salamanca está unida a la de la ciudad y es uno de sus
monumentos más característicos junto a las dos
catedrales, la Clerecía, la
Plaza Mayor, la
Fachada de la Universidad de Salamanca o la
Casa de las Conchas. Forma parte de la
Vía de la Plata, que unía Mérida con Astorga. Es de origen romano, del siglo I d. C., pero solo conserva de esta época los quince
arcos más cercanos a la ciudad; el resto, ha ido sufriendo reconstrucciones como consecuencia de las crecidas del
río Tormes. En la entrada del puente se encuentra el verraco celtíbero, una
escultura de granito en forma de
toro, herencia de la cultura de los vettones (pobladores prerromanos de la ciudad).