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El reloj del Ayuntamiento, durante décadas, marcó los tiempos de los habitantes del pueblo. En un lugar alto, permitía que los toques de la campana llegar a todos los habitantes de la localidad.
En el pasado, ahí se ubicaba la escuela de los niños hasta los 14 años.
Un acuerdo del Consejo de Ministros del 30 de septiembre de 1984 establecía el cierre de esta vía férrea al tráfico de viajeros para el último día de ese mismo año; aunque el de mercancías todavía funcionó hasta 1996.
Ubicada en la parte alta del pueblo está dedicada a San Vicente, se trata de un edificio del siglo XVII de una sola nave y con pórtico. En el interior conserva el Coro y la pila donde se bautizó a al poeta Gabriel y Galán. Han sido restauradas las cubiertas recientemente.
La Naturaleza es sabia; sin cuidados especiales, el campo florece siempre por primavera.
Vista de Gredos, por detrás de Cespedosa de Tormes, desde el Teriñuelo.
Así eran algunas de las calzadas que los romanos construyeron para facilitar el traslado de tropas o promover el comercio.
No es una raza autóctona de la zona, pero está bien adaptada al lugar.
Casa que recuerda una arquitectura que ya no está de moda.
Bella y hermosa encina en un paraje próximo al dolmen del Teriñuelo.
Elisa Merino, escultora de Guijuelo, hizo este pequeño monumento dedicado al arriero, profesión a la que se dedicaron una buena parte de los hombres del lugar.
Desde la ladera en la que se ubica esta cruz es posible ver todo el caserío y una gran extensión de terreno hacia el sur.
Todavía se conservan edificios de principios del siglo XX tan agradables a la vista como este. Creo recordar, que en los bajos del mismo existió una guarnicionería.
Hogar del peregrino en plena ruta de la Vía de la Plata donde el caminante puede recuperar fuerzas para el día siguiente.
La que fue una calle importante del pueblo por la que se accedía al puente y la vega del Tormes, ahora se muestra desierta y sin continuidad más allá del agua embalsada en el pantano de Santa Teresa.